Unos modestos, otros pretenciosos, pero a Guadalajara no le faltan pretextos para el jolgorio. Asunto muy plausible, por lo demás, considerando que la ciudad, a pesar de todos los pesares (su crecimiento anárquico, rayano en lo monstruoso; su despersonalización galopante, las interminables obras públicas que inducen a dudar si sus autoridades, como juran y perjuran, la están construyendo... o si en realidad pretenden destruirla...) conserva cierto atractivo –sería necio negarlo— que la mantiene en el ten top de los destinos turísticos más importantes de México. Y a los turistas, ya se sabe, algo se les tiene que ofrecer, además de museos –que en Guadalajara, la verdad sea dicha, son escasos y poco atractivos—, para que su estancia sea placentera.-II-Bien. El caso fue que, el pasado fin de semana, Guadalajara fue sede de un espectáculo de teatro de calle, de origen francés, Les Plasticiens Volants (los globos voladores), especie de gigantescas marionetas que hacen del cielo su escenario y que desde su creación, en 1976, se han presentado, exitosamente, en varias ciudades del mundo. El evento, muy concurrido –más de cien mil personas el sábado, más de 50 mil el domingo—, inauguró el denominado Festival Cultural Sucede, auspiciado por el Ayuntamiento tapatío, que continuará hasta el 18 de noviembre (cabe suponer que de alguna manera absorberá las ya tradicionales Fiestas de Octubre), y dio pie a una declaración triunfalista (“Al estilo Jalisco” más puro, pues…) del alcalde Enrique Alfaro Ramírez: “Estamos trazando el camino para que Guadalajara se consolide como la capital cultural de Latinoamérica”.-III-Un tanto desorbitada, porque si Guadalajara pretende “consolidarse” como “la capital cultural de Latinoamérica” deberá entenderse que ya lo es –algo, hoy por hoy, insostenible—, pero la pretensión, como tal, es válida. Si la Ciudad de México es la que dispone de más museos y la que ofrece la más variada agenda cultural en todo el Continente, es lícito que las autoridades de la segunda ciudad de la República apuesten a ese tipo de promociones. Aunque entre sus legítimas banderas, en esa materia, estén la Feria Internacional del Libro y el Festival Cultural de Mayo, hay que admitir que el Festival Internacional Cervantino, de Guanajuato, con 45 años de historia, y los de Cine, Música y Órgano –cincuentenario este último—, de Morelia, por consignar unos cuantos botones de muestra, representan, para Guadalajara, un hándicap significativo.En todo caso, como dicen que dijo José Feliciano, “Queremos ver…”.
