Para que alcanzara la dimensión de escándalo la presunción de que el delegado de Programas Federales para el Desarrollo del Gobierno de México -o Superdelegado a secas- en Jalisco podría haber incurrido en conflicto de interés, por su cachucha de doble visera (empresario en el ramo de la industria farmacéutica y funcionario público), hizo falta, para empezar, que una Organización No Gubernamental, denominada Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, realizara una investigación; después, que un medio de comunicación -la edición para América Latina del diario español “El País”- la difundiera, y, finalmente, que la prensa nacional la replicara.-II-Que en México -dígase en contra todo lo que se quiera- haya condiciones para que los ciudadanos, a título personal o integrados en organismos, investiguen casos de posible corrupción -una de las mayores lacras de este país- y difundan los resultados, sin exponerse a represalias o censuras, es plausible. Que haya medios que los publiquen, ídem… Los gobernantes, particularmente en una democracia propiamente dicha, deben someterse al escrutinio del pueblo.Lo anómalo del asunto estriba en la incapacidad histórica del aparato gubernamental para asegurarse de que sus propios funcionarios no incurran en conductas ilegales, reprobables o categóricamente delictivas. Lo llamativo, en el caso, estriba, primero, en que la administración anterior en Jalisco ya había interpuesto una denuncia por ese motivo; y segundo, que el Presidente López Obrador anunciara que la Secretaría de la Función Pública “investigará” -tiempo futuro- al respecto… ¿Quiere decir, entonces, que la denuncia precedente duerme el sueño de los justos, por incompetencia (malo) o dolo (peor) de las autoridades que la recibieron…?-III-Pero -como decía cierto esclarecido intelectual de la televisión- “Aún hay más…”: las declaraciones del gobernador Enrique Alfaro Ramírez, de que “lo que se documentó -tanto en la denuncia de la administración anterior como en la investigación señalada- pone en evidencia que a esta historia le quedan muchos capítulos”, y de que “El día que (el Presidente López Obrador, quien minimizó, a priori, calificándolo de ‘grilla’, lo ventilado a últimas fechas sobre el tema) le eche un ojo en serio, se va a asustar del tamaño del problema, porque lo que vivimos tan solo en Jalisco es la punta del iceberg”.Pretender que el Gobierno de la “Cuarta Transformación” vaya a erradicar la corrupción, como ha ofrecido reiteradamente, es ilusorio. En todo caso, no vendría mal una clara señal -¡una al menos…!- de que esa intención va en serio.