Martes, 26 de Noviembre 2024

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- Arrabales

Por: Jaime García Elías

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“Guadalajara es una ciudad sin arrabales”…

Por supuesto, la frase corresponde a tiempos idos. Retrata -en sepia y con camarita “de cajón”- a la ciudad que aspiraba a sacudirse la etiqueta de “pueblo bicicletero”… y a ser metrópoli. Era la ciudad de dimensiones humanas: una ciudad que podía cruzarse de extremo a extremo, de Norte a Sur o de Oriente a Poniente, en camión -aquellos Analco-Moderna, Oblatos-Colonias, Circunvalación, Mexicaltzingo-Mezquitán, Centro-Colonias, Norte y Sur...-, en media hora corridita. Era la ciudad en que los habitantes de la periferia vivían “una pobreza digna -la frase es del ex alcalde y ex gobernador Francisco Medina Ascencio, pero podía haber sido de cualquier compositor de canciones con pretensiones de convertirse en tarjetas postales-, en casas rodeadas de macetas con flores”.

-II-

Pero como unos tiempos traen otros, el retrato actual -selfie con teléfono celular, obviamente- fue trazado, con crudeza atroz, en la nota de ayer en estas planas: sólo en cinco de los 10 municipios que integran (es inevitable la frase rimbombante) “la gran Guadalajara”, hay 458 colonias irregulares. Colonias cuyos habitantes viven -si eso es vida...- en casas construidas “a la buena de Dios”, “como se fue pudiendo”, en lotes que habían sido terrenos ejidales, y cambiaron de manos y de destino por obra y (des)gracia de la necesidad de unos y el oportunismo de otros.

Guadalajara dejó de crecer y comenzó a desparramarse. Se saltó sus barreras naturales: escaló los cerros (“del Tesoro”, “del Cuatro”…) por el Sur y resbala por La Barranca (de Huentitán) hacia el Norte. Se rodeó de deplorables “ciudades dormitorio”. Saturó a los municipios conurbados (Tonalá, Tlajomulco, El Salto…) de “palomeras”, muchas de las cuales abandonadas -por inhabitables- por sus propios dueños.

Si las casas, en esos centenares de “fraccionamientos” irregulares, carecen de escrituras, las mismas colonias -enclavadas, muchas de ellas, en zonas de riesgo (deslaves, inundaciones…)- carecen, en general, precisamente por ser “irregulares”, de los servicios básicos: agua, drenaje, vigilancia policiaca, recolección de basura, transporte urbano, espacios públicos (parques y jardines)… La única excepción sería la televisión por cable -suministrado por empresas privadas-… y la electricidad que los vecinos obtienen (“a la mexicana”, se diría) “colgándose” de los cables.

-III-

Insalubres, inseguras, sin perspectivas de redención -la cobija de los presupuestos municipales siempre será insuficiente para cubrirlas- y de calidad de vida para sus moradores, son -parafraseando las Coplas del Payador Perseguido- “cientos de colonias… por las que Dios no pasó”.

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