Las primeras pruebas de que, por más que salga del corazón, el buen deseo de que el año que se inicia resulte mejor que el anterior, no pasa de ser eso, precisamente –un buen deseo–, ya consta en actas. Los primeros impactos negativos ya se dejaron sentir en uno de los órganos más sensibles del cuerpo humano: el bolsillo…-II-De entrada, el anuncio de la Unión Nacional de Industriales de Molinos y Tortillas (UNIMTAC, por sus siglas en español), de que los incrementos en los precios del maíz y demás insumos del ramo –gasolina y diésel– repercutirán, tarde o temprano, en el precio de uno de los alimentos básicos de la mayoría de los mexicanos: la tortilla, obviamente. Después, la noticia de que la liberación del precio de las gasolinas, lejos de tener el efecto deseable –un beneficio para la economía del consumidor–, tuvo el indeseable (aunque, por lo demás, previsible): el alza de los mismos. O sea que la declaración oficial de que a partir del Año Nuevo los –pese a todo– felices mortales que habitan este país (“tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, como dijo el clásico) quedarían liberados de los odiosos “gasolinazos” institucionalizados por la administración que ya va de salida, no pasó de ser tomadura de pelo: mala broma anticipada del Día de los Inocentes… Finalmente, la noticia de que el pasaje de las unidades River, que circulan entre Guadalajara y Tlajomulco de Zúñiga, aumentó, sin previo aviso, de 10 a 11 pesos.-III-Aunque se trata de un transporte suburbano, concesionado, reglamentado y supuestamente supervisado por las autoridades federales, para muchos de sus usuarios es una opción ante la notoria insuficiencia y las consabidas deficiencias del calamitoso transporte urbano de Guadalajara y anexas.El alegato de los usuarios, en el sentido de que la tarifa –que excede en más de 50% la de las rutas que cubren la mayor parte de la Zona Metropolitana– se justificaría sólo si la calidad del servicio se aproximara a la excelencia (por el confort de las unidades, la regularidad de los horarios, la pertinencia de las rutas y la cortesía de los conductores, básicamente), resuena de nuevo… como preámbulo –si el buen Dios no lo remedia– de las tensiones que en breve comenzarán a dejarse escuchar, para que el incremento en las tarifas se aplique de manera generalizada.Moraleja del cuento: “La autopsia dirá si sobrevivimos”.