A reserva de que los dirigentes de los partidos políticos “tradicionales” les expliquen el truco, con esa novedad se toparán los ciudadanos de cara a las elecciones intermedias del año próximo: en vez de verlos separados, ahora verán en “alianza” los emblemas de los consabidos PRI y PAN; como si quisieran dar la razón a quienes acuñaron el ominoso neologismo de “PRIAN” y definieron como “la mafia del poder” esa mezcolanza que ofendía a sus dirigentes y repugnaba a sus simpatizantes.-II-Solo falta definir los nombres y apellidos de los candidatos. Por lo pronto, los comités directivos aprobaron y difundieron urbi et orbi la decisión de zanjar sus diferencias “irreconciliables” del pasado, dejar de ser el perro y el gato, los Caín y Abel de la política en México, para, aliados con el PRD -“ambos tres” como buenos hermanos-, designar candidatos comunes para la elección de diputados federales por el principio de mayoría relativa, “a fin de enfrentar con éxito a Morena en los comicios del próximo año”.Esa es la consigna: arrebatar a Morena la mayoría en la Cámara de Diputados, para fungir como contrapeso e impedir que sistemáticamente prevalezcan las decisiones presidenciales autócratas (“Autocracia: Gobierno de una sola persona”) características de la “cuarta transformación”.-III-Los partidos políticos, en teoría, se rigen por “principios de doctrina”; en la práctica, lo hacen por intereses; primordialmente, hablando en plata pura, por el ejercicio del poder. Muchos ciudadanos, ingenuamente, los identifican con ideales; en el caso del PRI, con las causas que supuestamente inspiraron el movimiento armado de 1910: la No Reelección, el reparto agrario, la justicia social…; en el del PAN, la Doctrina Social de la Iglesia.En la práctica, también, el PRI era visto como la agencia de colocaciones del Gobierno. El PAN, como la oposición por antonomasia, el cruzado de la democracia y el paladín de la rectitud y la moralidad en el ejercicio del poder. Aunque compartieran las banderas de la justicia social y el bien común, ambos rindieron parecidas cuentas mochas al cabo de sus respectivos ejercicios gubernamentales.Tras el triunfo de López Obrador -que no precisamente de Morena- en las elecciones de 2018, PRI y PAN quedaron en estado catatónico (por definición, “Síndrome esquizofrénico, con rigidez muscular y estupor mental, algunas veces acompañado de una gran excitación”)… Ya se verá si la cacareada “alianza” les suma simpatías… o si, por el contrario, es -como parece- una aberración, y se las resta.