Experto -como los gatos- en caer parado y en no reconocer un fracaso, por estrepitoso que sea, el promotor de la cacareada consulta “popular” sobre la pertinencia de “emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos” (?), encomió, como “Capulina” que se reía de sus propios chistes, como “exitoso y ejemplar” un ejercicio que objetivamente solo podría calificarse de absurdo, ocioso, costoso... y, a la postre, fallido. -II- Hábil para ver el vaso medio lleno, aunque su contenido se limite a unas cuantas gotas, el aludido puso el acento, en tono triunfalista, en que “nunca había participado tanta gente en una consulta”, en alusión a los poco más de cinco millones de ciudadanos -de los más de 90 millones incluidos en el padrón- que acudieron a las urnas el domingo.Ya encarrerado el ratón, calificó de “muy importante (y) trascendente” dicho ejercicio. Y lo fue, visto desde cierta perspectiva... aunque no porque hubiera entendido el mensaje que mediante su ausencia le enviaron los 85 millones de potenciales participantes que lo desairaron, sino -según sus “otros datos” de costumbre- “para que nadie se sienta intocable, absoluto, en ningún nivel de la escala (?), y no se deje de respetar al pueblo”...Quizás algún día se convenga en que la dichosa consulta -como las precedentes acerca del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, el Tren Maya o la rifa fantasma del avión presidencial- no pasó de ser, precisamente, por su contenido insustancial, por la mala leche que la motivó, por su costo y por sus resultados -absolutamente previsibles, por lo demás-, una falta de respeto para el pueblo. -III- Los números no mienten: el 90% que votaron por el “Sí”, del 7% de ciudadanos que acudieron a las urnas el domingo, y lo hicieron -al decir de muchos que fueron entrevistados- motivados por el deseo de ver en la cárcel a los ex-presidentes “porque robaron mucho” (lo cual, por ser delito, debería ser causal de denuncia obligada para cualquier ciudadano que tenga indicios de tal conducta), son algo así como el 6% del total de los ciudadanos.El 94% que se abstuvo de votar -a pesar de que seguramente tuvo toda la información necesaria para hacerlo, si hubiera querido- envió un mensaje no por tácito menos elocuente: “Interpreta mi silencio... Y, sin necesidad de que lo sometas a consulta, si te place y no tienes nada más útil que hacer, o más divertido, vete de vacaciones a tu rancho...”.jagelias@gmail.com