Como en cualquier conversación cara a cara, en aplicaciones de mensajería deben considerarse normas básicas de etiqueta para evitar malos entendidos y respetar los derechos en cualquier conversación, más si consideramos la relevancia social que ya poseen estas herramientas comunicativas. Tajante o para tomar un respiro, estás en tu derecho de restringir tus canales de contacto. Si el remitente merece o no una explicación de tu bloqueo, también es derecho tuyo determinarlo, bajo la consideración a la dignidad y paz ajena, pero poniendo al centro, siempre, las tuyas. No envíes audios y muchísimo menos "podcasts" sin pedir permiso. Piensa que WhatsApp es una herramienta para el trabajo, la escuela, familia y relaciones interpersonales, así como no puedes aventarte un monólogo de tres minutos sin pensar en el tiempo de la persona que tienes enfrente, tampoco se vale en el mundo digital. Según el contexto de la conversación, siempre es mejor valorar con respeto, si es útil enviar un audio. Una vez valorado ¡pide permiso antes de hacerlo!... Si no te lo dan, pues a escribir, aunque creamos que nos cueste más trabajo, seguro eficientará más tu mensaje, si preguntas a tu destinatario cómo prefiere recibirlo.Ahora que lo sabes, lo mejor de todo es que tú también estás en tu derecho de exigir esta consideración. Si ya no quieres estar en el grupo, hablando se entiende la gente. Antes de abandonarlo, puedes detectar por qué ya no deseas seguir dentro ¿Envían muchos mensajes? Es lógico, más aún si el grupo es nutrido, por lo que tendrás que evaluar la relevancia de esos mensajes si crees que no son relevantes, puedes silenciarlo o incluso recordar cortésmente el objetivo original del grupo. ¿Te agregaron sorpresivamente? Puedes explicar tus razones para no pertenecer a uno más: estar en decenas de ellos, por responsabilidades personales, es un buen argumento para decir no quiero. Si bien, es descortés que te agreguen o agregues a alguien a un grupo sin consulta previa, es mejor dar una corta explicación en vez de abandonar de forma súbita. Te quiero pero no puedo estar online todo el día. Te quiero pero no todos los días puedo o quiero responder. Te quiero pero prefiero conversar en persona. Te quiero pero he tenido un día, es más, una semana ocupada. Te quiero y respondo rápidamente porque puedo, pero no espero que tengas o busques esa velocidad. Te quiero y no interpreto, pregunto, si no hay respuesta, pues me quiero más a mí y por eso lo entiendo.A veces no sabemos expresarlo, usa una de estas frases, son claras y directas. Estás en tu derecho de dejar en visto a quien sea. Todos somos conscientes de que, generalmente, la velocidad de respuesta es proporcional al nivel de interés laboral o personal que nos representa el destinatario. Sin embargo, a nadie nos gusta emitir un mensaje que no llega, por lo que nunca estará de más inhabilitar las palomitas azules o simplemente no abrir el mensaje, hasta que puedas o quieras, si es que quieres. La omisión también es un acto y si de plano pretendes ya no responder a ese contacto, el mejor y último acto de cortesía que podemos hacer por él es el bloqueo ¿rudo? Quizás, pero a la larga es mejor. Ahora, si eres tú quien lanza los mensajes al mar sin respuesta, pues te toca ser empático y entender que también tú posees prioridades y en función de ellas respondes, tarde, pronto o nunca. Hay que saber aceptar, sobre todo el nunca. Parece que para hacer un exhortó, dar una o orden o responder brevemente se necesita un atenuante amigable para evitar que el mensaje transmita emociones o códigos que, quizás, nada tenga que ver con el mensaje. Sinceramente nunca está demás que lo hagas, siempre cae mejor la palabra precedida por una sonrisa, ya sea la de tus labios o así: Sin embargo, si eres breve o de plano los emojis no son lo tuyo y los stickers te ocupan memoria, las palabras por favor y gracias, así como el deseo honesto de un buen día, siempre serán el mejor viso de cortesía que exista.CP