Si algo nos enseñó Intensa-Mente de Pixar es que no es buena idea reprimir nuestras emociones, aunque el enojo es una de las que amerita mayor control, pues tiene la capacidad de expandirse de inmediato. Esta emoción es acompañada de cambios psicológicos y biológicos que detectamos fácil: recuerda la última vez que enfureciste ¿cómo bombeaba el corazón?; ¿recuerdas esos espasmos al respirar?: es que la frecuencia cardíaca y la presión arterial se elevan; lo mismo sucede con el nivel de hormonas de energía, adrenalina y noradrenalina.Desde una perspectiva de supervivencia, es fácil adivinar por qué el miedo o el asco pueden salvarnos de escenarios peligrosos pero ¿de qué manera podría ayudarnos una emoción como la ira?La forma natural e instintiva de expresar la ira es responder de manera agresiva. El enojo es una respuesta natural que se adapta a las amenazas, e inspira sentimientos intensos, con frecuencia agresivos, y conductas que nos permiten luchar y defendernos cuando nos sentimos atacados.Para sobrevivir es necesario un determinado grado de enojo. Sin embargo, aquí es dónde está el doble filo, pues para vivir en sociedad no podemos atacar físicamente a cada persona o en cada situación que nos irrita o molesta. Las tres reacciones correctas para gestionar el enojo son: expresar, reprimir y calmarse.De esta forma, la Asociación Americana de Psicología indica que expresar los sentimientos de enojo con firmeza pero sin agresividad es la manera más sana de actuar ante los impulsos. para lo cual se debe aprender cómo dejar en claro cuáles son nuestras necesidades y cómo realizarlas sin lastimar a otros. Dicha institución también plantea la represión del enojo para después convertirlo o redirigirlo, por ejemplo, cuando en lugar de contener el enojo, lo dejas pasar y te concentras en algo positivo.Sin embargo, este tipo de respuesta no nos permite exteriorizar nuestro enojo, pudiendo causar hipertensión, presión arterial elevada o depresión. La represión de la ira también genera problemas, llevándo a expresiones de ira patológica como conductas pasiva-agresiva o una actitud cínica y hostil permanente.Manejo de la iraUna vez descrito cómo se desata el fuego y sus alcances, hablemos sobre su manejo. El objetivo del manejo de la ira es reducir sus sentimientos emocionales y el despertar fisiológico que provoca. Debemos ser maduros y asimilar que, en ocasiones, no nos podemos deshacer, evitar o modificar momentos o personas que nos provocan enojo, una vez asimilado, entonces lo que nos toca hacer es aprender a controlar nuestras reacciones. “Necesito ayuda”¿Cuándo decir esta frase? Podemos ser conscientes de cuándo la ira está fuera de control, incluso si ya afecta nuestras relaciones y partes importantes de la vida, por lo que es válido considerar la asesoría para aprender a manejarla mejor. La asesoría profesional de un psicólogo u otro profesional de la salud mental autorizado para ejercer es una gran opción y la más responsable en casos agudos. Pueden trabajar en el desarrollo de varias técnicas para cambiar su pensamiento y su conducta.La Asociación Americana de Psicología recomienda asegurarse de que la terapia que tomemos no sea sólo un curso de acción diseñado para ayudar a conectarse con los sentimientos y expresarlos, ya que ese puede ser precisamente su problema. Sino un entramado de estrategias para controlar las emociones.CP