Algunas personas son más sensibles al frío que otras, pero comprender por qué ciertos individuos son más frioleros o calurosos resulta complejo. Para entender esto, es importante conocer el sistema de termorregulación de nuestro cuerpo, que activa los mecanismos fisiológicos necesarios para adaptarnos a las temperaturas externas. Este sistema nos envía señales, como la necesidad de abrigarnos o consumir alimentos ricos en grasas e hidratos de carbono cuando hace frío, para mantener nuestra temperatura corporal entre 35 y 37 ºC.El centro de control de este sistema se encuentra en el cerebro, específicamente en el hipotálamo, que, al detectar un cambio de temperatura, activa mecanismos de compensación para conservar energía calórica y optimizar la eficiencia energética. La información sobre la temperatura se transmite al cerebro a través de termorreceptores en la piel, terminaciones nerviosas que perciben el frío y el calor. Aunque todos tenemos este sistema, su funcionamiento varía de una persona a otra, lo que influye en cómo percibimos las temperaturas extremas y nos adaptamos a los cambios bruscos. Según Jenny Dávalos, del Grupo de Trabajo de Dermatología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), “cada persona responde biológicamente de manera diferente a la misma temperatura”. La genética juega un papel fundamental en esta regulación, pues una mayor cantidad de grasa corporal o una piel más grasa, por ejemplo, puede ofrecer más protección ante el frío. No obstante, esto no significa que todas las personas con sobrepeso sean más calurosas ni todas las delgadas más sensibles al frío; también intervienen otros factores.El estrés es otro elemento que afecta nuestra respuesta al frío, ya que altera los mecanismos cerebrales que regulan el estado de ánimo y dificulta una respuesta adecuada a las temperaturas frías. Además, un estudio realizado en 2014 reveló cómo la percepción del frío puede estar influenciada por la subjetividad. Por otra parte, la temperatura corporal promedio también tiene su influencia. La media suele estar entre 36 y 36,5 ºC, y si una persona tiene temperaturas corporales superiores o inferiores a este rango, podría estar indicando una desregulación en su sistema de termorregulación. De hecho, investigaciones recientes han demostrado que la temperatura corporal promedio ha descendido en los últimos 200 años, pasando de 37 ºC a 36,5 ºC.En algunos casos, una alteración excesiva en la percepción del frío o calor puede estar asociada con trastornos patológicos, como el fenómeno de Raynaud —que describe episodios de cambios de color en los dedos de manos y pies debido al frío o el estrés—, consecuencia de una circulación sanguínea alterada en las extremidades. Con información de Cuídate Plus. Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp. AO