Dentro de las relaciones amorosas muchas veces ocurren cosas que pueden alertar a uno de los integrantes, y en muchas de las ocasiones se decide no darles importancia, sin embargo, sigue estando presente en los pensamientos de quien lo vive.Estas acciones o situaciones dentro de la relación que no te hacen sentir bien podrían llegar a considerarse como microviolencia.Una vez que se externa a tu pareja esa idea, pensamiento, emoción o sentimiento habrá que poner mucha atención a su respuesta, ya que te mostrara en que clase de relación estás metida o metido.Para ir comprendiendo a que se refiere el término "microviolencia" habrá que tener un marco de referencia respecto a la normalización de la violencia en la cultura mexicana. La pregunta del millón ¿cómo es que nos acostumbramos?En México según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) el año pasado se registraron 36 mil 579 homicidios, los índices de violencia crecen conforme los años pasan, vivimos en un país con casi 100 mil personas desaparecidas, y con la pandemia por COVID-19 los niveles de violencia contra las mujeres aumentaron ya su de por sí aterrador número.A pesar de todas estas alarmantes cifras continuamos con nuestra vida como si nada estuviera ocurriendo.Existen muchos factores dentro de la cultura mexicana que nos hacen no alarmarnos con estos datos, y más aún con conductas que podrían no ser consideradas violencia por algunos, aunque lo son.El ejemplo más contundente de esto podría ser la violencia hacia las niñas y niños. El golpe como disciplina, las palabras hirientes o altisonantes porque un pequeño no hace lo que se le pide, son la base de la crianza de muchas familias mexicanas, y para los ojos de la gran mayoría de las personas representan una forma de educación válida e incluso necesaria, más de alguna vez hemos escuchado frases como “le hacen falta unas buenas nalgadas”.De acuerdo con la UNICEF México “En México, 6 de cada 10 niños, niñas y adolescentes han sufrido métodos de disciplina violentos por parte de sus padres, madres, cuidadores o maestros.”La normalización a grandes rasgos implica una situación sistémica y cultural en la que la persona se ve inmersa constantemente, en todas las esferas de su vida al grado de que lo asimila como algo cotidiano y con una justificación lógica.Por ejemplo, un niño o niña que presencia desde temprana edad la relación de sus padres va a normalizar que así son todas las relaciones con las conductas constantes que observe, así eso signifique que haya presenciado gritos, insultos, infidelidad o incluso golpes.A partir del panorama de la normalización de la violencia en México, con cosas tan graves y evidentes como lo son la violencia física, sexual o el homicidio, podemos llegar a las tan ignoradas y burladas microviolencias.De acuerdo con el psicoterapeuta Luis Bonino “Las microviolencias son pequeños, casi imperceptibles controles y abusos de poder cuasinormalizados que se ejecutan permanentemente. Dada su invisibilidad se ejercen generalmente con total impunidad.”Suelen existir en todo tipo de relaciones, sin embargo, se presentan con mayor frecuencia en relaciones de pareja y en mayor medida afectan las mujeres. Cuando estas microviolencias afectan a las mujeres se las conoce también como “micromachismos”Es importante que sepas reconocer las microviolencias en tus relaciones no solo de pareja, sino también con familiares, amigos, amigas y en tu escuela o trabajo. Probablemente, ya has experimentado algunas de estas actitudes sin darte cuenta, o justificaste al agresor o agresora pensando que tuvo un mal día, o que está molesto por alguna situación. Es crucial que comiences a ver estas actitudes como lo que son, violencia hacia tu persona que no deberías tolerar.Por desgracia identificar estos elementos como violencia es complicado, ya que para la mayoría son cosas del día a día que han venido viviendo desde sus infancias, por ello desnormalizar las microviolencias es el primer paso a seguir para enfrentarnos a estas agresiones.Desnormalizar la violencia no es un trabajo sencillo, no se puede pretender que algo estructural y cultural desaparezca sin la participación activa y constante de toda la sociedad. Sin embargo, no podemos obligar a nadie a la deconstrucción, eso empieza con uno mismo.Es a través de la educación a todos los niños y niñas, a través de los diálogos comunitarios de los que poco a poco se dan cuenta de las estructuras violentas, a través del trabajo individual sobre el respeto y amor a uno mismo que requiere en muchos casos apoyo profesional, a través de la cultura de la denuncia.Es un trabajo que requiere acción multidisciplinar, acompañamiento, un proceso difícil de caminar, pero necesario.En el caso de las microviolencias en la pareja y tomando un poco los ejemplos anteriormente enlistados, habrá que poner límites en nuestra relación.El saber decir no puede ser el primer paso para la transformación de nuestros vínculos violentos en otros poco a poco más saludables.Poner límites te acercará a eliminar esas violencias que nadie notaba, sin embargo, hablar de ello no te garantiza que tu pareja vaya a dejar de normalizar las microviolencias y asuma su responsabilidad al ejecutarlas.Por eso es importante comprender que cuando uno pone limites a sus seres queridos y estos ignoran las peticiones, lo mejor que podemos hacer en defensa propia es alejarnos de esa relación, a pesar de que resulte doloroso, tu bienestar debe ser tu prioridad.Ya sea desde compartir experiencias con tu círculo cercano, o gente que haya pasado situaciones similares, hablar al respecto es algo que te ayudara a tomar fuerza para enfrentar las dinámicas violentas que vives.Como mencionamos anteriormente las microviolencias o micromachismos son sufridos en su mayoría por mujeres, he aquí la labor tan grande que tienen los hombres, no ser parte de las acciones o conductas que lastimen, agredan o denigren a las mujeres, y también a otros hombres.De acuerdo con Antonio Cíntora, especialista y consultor en género, interculturalidad, derechos humanos y violencia, algunas de las claves para que los hombres superen estas prácticas son “revisar los códigos en los que se manejan los hombres, ya que los hombres de antes no son los mismos que los de ahora, reconocer que como varones se sufre violencia, pero como cuerpo feminizado se sufre aún más, incluso hay riesgo de muerte, concientización de cómo se mira al cuerpo femenino.”Como mujeres siendo el objetivo común de las microviolencias es vital solidarizarnos con otras mujeres, tener muy en cuenta la realidad de las otras, y ser consiente de que ser mujer no nos deslinda de aplicar microviolencias a otras y otros. Lo mejor que podemos hacer en estos casos es acompañar a la persona que sufre la microviolencia, escucharla y no juzgarla por no saber como reaccionar, cada uno vive un proceso distinto. Entender que criticar a tus amigas, compañeras de trabajo, o a la exnovia de tu pareja, es microviolencia también. Probablemente, a estas alturas del texto has hecho consientes muchos momentos en los que te enfrentaste a las microviolencias, y eso te llevo a pensar como te ha hecho sentir la tolerancia a este tipo de actos y sus consecuencias. Aunque este tipo de violencia se aleja mucho de la violencia física o sexual, la persona que la vive termina lastimada en muchos sentidos. Daña la autoestima, frena el desarrollo personal, la autonomía disminuye, todo ello puede detonar en el padecimiento de algún trastorno mental y muchas dificultades emocionales. Por ello el iniciar un proceso terapéutico podría ser de gran ayuda para la recuperación de alguien que ha vivido microvilencia por mucho tiempo. Acudir con un profesional también es amor propio.Aquí te dejamos los datos de lugares donde puedes asesorarte al respecto y pedir ayuda si así lo deseas:Secretaría de Seguridad JaliscoDentro de esta secretaría se encuentran dos programas para mujeres víctimas de violencia:Centro de Justicia para las MujeresMS