Viernes, 22 de Noviembre 2024
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‘Los Famosos Equipales’ o el arte de la supervivencia

Las propietarias de este histórico lugar mantienen la esperanza de volver a ver los equipales llenos de gente y conversando; ellas cuentan todo lo que ha vivido el recinto

Por: El Informador

Catalina y María Luisa Partida González, actuales propietarias, posan frente a su negocio en la esquina de Juan Álvarez y Mariano Bárcena. EL INFORMADOR/A. Camacho

Catalina y María Luisa Partida González, actuales propietarias, posan frente a su negocio en la esquina de Juan Álvarez y Mariano Bárcena. EL INFORMADOR/A. Camacho

Todo es parte del relato familiar. En un principio, cuentan Catalina y María Luisa Partida González, su abuela regenteaba con su marido -hace más de un siglo- un tendejón cercano a donde hoy se encuentra el parque Morelos; un lugar que, desde antes de la revolución, significó un remanso para arrieros y campesinos que llegaban a la ciudad a trabajar, y fueron ellos los que le dijeron a doña Carmen Partida, cuando enviudó, que por qué no vendía “canela y café con piquete en las mañanas”.

Y fue en la casa familiar donde primero se estableció el negocio, con una mesa donde había cuatro equipales en los que podían sentarse a beber los trabajadores; eso fueron ‘Los Equipales’, cuando estaban en su primera ubicación, calle Joaquín Angulo y González Ortega, una primera época que concluye el 8 de febrero de 1940, cuando la familia se trasladó a la actual esquina de Juan Álvarez y Mariano Bárcena.

Los viejos tiempos

“Yo soy la primera, nací en 1950”, refiere Catalina, “había fotos en casa, de cuando colocaron la red de agua potable. Antes, había que ir por el agua hasta El Santuario, que no está cerca y con dos cubetas llenas, menos. Mi abuela decía que llenaban unas tinas de metal y de ahí tomaban lo que se necesitaba para bañarse y todo. Era un tiempo en el que acá no estaba urbanizado y pasaban caravanas de arrieros de fuera con sus mercancías, rumbo al mercado Corona”.

Por aquellos años, había que cruzar unos llanos antes de llegar a Mezquitán y, donde hoy es el parque Alcalde, era la zona conocida como Las Barranquitas; “había muchas casas viejas, como ésta”, indica la dueña, “toda hecha de adobe, basta ver las paredes; pero aquí con los desniveles de la calle se mueve todo, mucha vibración, algunos cuadros tienen hasta doble clavito para que no se caigan”.

La hija mayor de la abuela fue quien continuó al frente de ‘Los Famosos Equipales’, Catalina Partida Mancilla, “ella actuó como madre para los demás hijos; mi papá era de los más chicos y, cuando se casó, mi madre entró al negocio y entonces dividieron los tiempos para que mi tía pudiera descansar un poco”, indica María Luisa.

Desde sus inicios, este lugar tuvo las puertas abiertas para quienes quisieran acercarse a platicar, refrescarse con una bebida y luego irse a casa. EL INFORMADOR/A. Camacho

Las cosas eran distintas

Con el tiempo, explica Catalina, cuando fallecieron la tía y el padre de las actuales propietarias, “mi mamá se apoyó en nuestro hermano mayor, Carlos Pastor. Todos, cuando no estudiábamos, ayudábamos en las compras o lo que se necesitaba, hacer quehacer o lo que fuera. Y temprano, porque entonces se abría a las 8 de la mañana. A esas horas la gente tomaba su aperitivo, y aquí se juntaba el doctor con el carpintero, el licenciado con el mecánico, y todos platicaban en convivencia, tomaban un vino y después comían en su casa”.

Era una época distinta, el negocio era más pequeño y la sección amplia de hoy era entonces espacio familiar, donde los varones podían dejar a la familia -mujer e hijos- para que comieran o cenaran y ellos departir con los amigos en lo que, formalmente, era “la cantina”; y la cocina funcionaba para brindar botanas que iban desde antojitos simples (tostadas de frijoles) hasta guisos que se servían a media tarde.

Respeto ante todo

Eso sí, narra María Luisa, siempre les contó su madre que en la cantina “siempre hubo respeto entre los clientes, nada de peleas ni discusiones, ni ofensas para nadie”; a esto se aúna que la confianza se reafirma gracias a que -por varias generaciones- una misma familia ha sido propietaria del lugar durante los más de cien años que atendió a los clientes.

Fue en 1977 cuando se renovó el espacio de la finca y creció el negocio; se movió la barra a la estancia central, se abrieron nuevas puertas y accesos, “y se dio la apertura, comenzaron a entrar las mujeres”, relata Catalina, “y la convivencia era formal, si alguien invitaba una cerveza a una muchacha, mi madre tenía por consigna que se le preguntara si aceptaba o no el regalo, y se respetaba la decisión”.

Los históricos cuadros que adornan las paredes de esta cantina se sostienen a la inclemencia del tiempo y narran las épocas por las que ha pasado este lugar y los personajes que aquí estuvieron, como Agustín Lara. EL INFORMADOR/A. Camacho

Historias en los muros

Como muchos establecimientos de su tipo, ‘Los Famosos Equipales’ está repleto de fotografías de personalidades del deporte, los toros o la farándula. Cuenta María Luisa que “una vez vino Agustín Lara, lo trajo Paco Malgesto cuando venía al Canal 4, y venía para acá (no a diario, claro). Eso pasó a fines de los cincuenta” y un retrato firmado lo consigna; asimismo, las Hermanitas Huerta estuvieron también en el local, al igual que Lupita Palomera, la intérprete que hizo famoso el tema “Frenesí”.

En cuanto a deportistas, aunque se ven muchos boxeadores y luchadores en los muros, predominan las fotos de jugadores de las Chivas y el Atlas, “aunque en la época del campeonísimo solían venir algunos, que eran amigos de la familia, por ejemplo Chava Reyes o el Tigre Sepúlveda, nosotros incluso convivimos con sus hijos. Mi papá era fan de todos los deportes, y muchas veces le hicieron regalos que colgaba en las paredes”.

Incluso en fecha reciente, cuando se filmó en sus instalaciones un video con Alejandro Fernández y Christian Nodal, las hermanas comentan que al hijo del ídolo de Huentitán le habían contado de la cantina y fue así que decidieron hacer el audiovisual; “por mucho tiempo, nos dicen quienes han visitado el negocio y vienen de fuera, muchas personas les dicen que si no visitan la cantina, es como si no vinieran a Guadalajara”.

Sensación de orgullo

Tradiciones hay muchas, por supuesto, pero una de ellas se refiere a parejas de novios que llegaban a la cantina -muchas de ellas terminaron casadas- “y mi mamá les regalaba a veces una charola con dos vasos y dos copitas, con una hielerita. Hay muchas historias, porque fue también un lugar para tomar una copa antes de ir a una fiesta, esperar a los amigos o llegar después de la misa”, asegura doña Catalina.

Son historias entrañables, mucha gente quiere a este lugar, sea porque aquí encontró a quien sería su pareja o celebró una fecha memorable; para las hermanas Partida, esto brinda “una sensación de orgullo”, y además saben que -dice María Luisa- “la cantina es como un pedacito de todo lo que representa a Jalisco, desde la música y el folclor hasta el tequila o los propios equipales. Y por eso es una tradición, porque muchas generaciones recuerdan este lugar”.

Respeto por las mujeres. Desde 1977 la cantina abrió sus puertas a las mujeres y cada que alguien invitaba una cerveza a una de ellas, se les preguntaba si aceptaban o no el regalo. EL INFORMADOR/A. Camacho

Mantener la esperanza

Ahora, de todo se escucha dentro de estos muros, desde las rancheras y boleros de antaño hasta el reggaetón de nuestros días; y a pesar de la infortunada necesidad de “cerrar temporalmente” el lugar, las hermanas Partida no pierden la confianza en que volverán a abrir las puertas de ‘Los Famosos Equipales’ pues, comenta María Luisa, desde el Fondo Jalisco de Fomento Empresarial (FOJAL) les han comentado que les brindarán apoyo si consiguen algo de financiamiento.

De igual modo, como miembros activos del Patronato del Centro Histórico de Guadalajara, tienen esperanza de que existan otras opciones y puedan allegarse recursos para la necesaria reparación de la finca centenaria (incluso más antigua), pues -como recuerda Catalina- “en los setenta venía aquí un señor muy grande ya, que vivía en Ciudad Guzmán; él platicaba que había nacido en esta casa, donde su papá tenía una tienda de abarrotes pero que, antes de eso, había sido taller de reparación de calzado”.

Así las cosas, la esperanza no abandona a Catalina y María Luisa, “tenemos la expectativa de poder reabrir, ese es nuestro motivo principal para seguir al pie del cañón y continuar con el negocio”, sentencian.

Tapatío

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