El amor es una reescritura. Una y otra vez se teoriza, modifica y cambia la perspectiva acerca de este concepto tan largo como la humanidad. Escuchamos canciones, leemos libros, vemos películas y pasamos una parte importante de nuestra vida hablando acerca del amor y la forma de relacionarse románticamente. En el imaginario social hay una serie de valores vistos positivamente que, cuando se detienen a revisarse, son potencialmente incómodos. La limerencia es producido por uno de ellos.Hay mucho material artístico en el que se asegura que el amor romántico vale la entrega de todo. A su vez, se ve en la otra persona como un ente hecho a imagen y semejanza de una idealización que tenemos en la cabeza y que, por tanto, va a reaccionar de la misma manera que creemos. No obstante, no hay nada más alejado de ello. La limerencia es el anhelo inmediato, abrumador y exigente de reciprocidad emocional omnipresente de tu pareja.El término fue mencionado por primera vez por Dorothy Tennov en su libro Love and Limerence: The Experience of Being in Love, sin embargo, solo hay que dar una ojeada a las primeras versiones poéticas del amor para concluir que esta situación es tan añeja como la relación romántica. Naturalmente, como ocurre en todo problema de pareja, el estado de limerencia afecta a las dos partes de la ecuación.Por un lado, la persona limerente sufre el rechazo, por más simple que sea, como una traición. Entonces, aparece la dinámica de la flor que se deshoja. El estímulo positivo significa que te ama en extremo, mientras que el negativo es que no. Este juego desquiciante para la mente que lo sufre es profundamente doloroso. Como el mecanismo es disparado por un sujeto, este último se ve inscrito en ello y puede modificar sus comportamientos en relación a la otra persona. No hay nada de malo en ello, el problema llega cuando existe una diferencia inevitable entre los intereses y eso dinamita la relación.Las claves para resolver los problemas derivados por este tipo de relación son aparentemente sencillas. Sostener conversaciones en las que se especifiquen las intensiones y los sentimientos de las acciones de las dos personas para poder entenderse entre sí. Intentar no sobreponer la intensidad y los pensamientos del uno en el otro. Sin embargo, si el problema es recurrente y cuesta poner en marcha las soluciones, lo mejor será que los dos o más integrantes vayan a terapia, tanto individual como pareja.La psicoterapia, especialmente la cognitivo-conductual para este problema, permite identificar los comportamientos personales que promueven, provocan, dinamitan o empeoran la situación, además de que da herramientas para resolver en tiempo real distintas crisis personales y de pareja. La situación es seria, pues en cierto grado, la limerencia puede ser incontrolable y estar disparando ataques de ansiedad recurrentes a la persona que sufre de ella.* * * Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de Whatsapp * * *OB