Cuéntanos, ¿qué podemos encontrar en Inquebrantables?“Nunca había escrito un libro porque para mí siempre fue un proceso muy doloroso porque tenía que decidir si entre sentir las cosas o escribirlas, es como sentir el amor y tener que escribirlo, es dejar de sentirlo. Siempre he sido alguien que escribe poco. Yo no me podía sentar a escribir un capítulo entero, fui escribiendo pedazos de mí, había días donde estaba muy entusiasta afortunado, otras apático. Para mí el corazón es la puerta a los reinos de la existencia del ser humano y desde ahí se podrían resolver todos los problemas de nuestra especie pero sentir suele ser en mi caso, muy maximizado, cuando siento dolor y quiero llorar me inundo, profundizo mucho en eso, entonces disfruto más llorar que escribir que estoy llorando".¿Qué estructura elegiste al escribir?“No es un libro, ni es un postulado, ni una tesis y no encierra misterios. Me enfoqué en un libro de cómo ayudar a otros, no es autoayuda, no es receta, no soy alguien que propone saber cómo resolver la vida a la gente, nadie conoce la anchura de sus sueños más que el individuo. ¿Qué hice yo? Hablo desde mi inestabilidad, mi incongruencia, desde mis dudas existenciales y mis propios vacíos".¿Qué hay de Daniel Habif en este libro?"Es una pieza hecha de pedazos, de miles de personas, de la coyuntura diaria de mi vida, es un libro de cómo ayudar a los demás porque estoy muy interesado en cómo profesionalizar el bien. El bien es muy entusiasta y el mal muy ordenado. No es una novela, no es un texto académico, no es un libro de invitación sectario, ni culto a mi personalidad, es un individuo básico, ordinario que de repente está rodeado de un montón de gente pero está bien porque se han convertido en mi familia, suelo ser muy solitario y he aprendido ahora a estar más con gente”.¿Qué experiencia tuviste como como escritor?“Escribir es mi droga. Yo puedo estar escribiendo 24 horas 7 días a la semana sin parar, me he descubierto 18 horas mirando una hoja en blanco, me entusiasma, escribir me droga, lo digo en serio. Es como si me estuvieran dando un café de serotonina con oxitocina con dopina con endorfinas me mantiene en un estado muy álgido y ojo, me pasa lo mismo con las tablas, el escenario, dando conferencias o actuando a Dostoievsky o Chejov. Amo la vida con pasión, yo le encuentro pasión, si escribo con pasión, si como con pasión, todo es con pasión. Amo dar conferencias porque amo mirar a la gente quitarse el caparazón de lo ordinario, eso me entusiasma muchísimo, ver a un hombre de 70 años tomar la mano de su esposa, mirarla y recuperar la capacidad de asombro. Eso me entusiasma como nada en la vida. Recibir en la calle un abrazo de alguien que jamás en mi vida he visto. Lo hago por ellos".¿La actuación?“Yo empecé como actor a los seis años, yo inicié en el teatro en México, haciendo vulgarmente teatro pobre, gayola, lo mío fue un acto fortuito, yo inicié haciendo comerciales en aquel entonces. Nadie hizo más comerciales que yo en aquel entonces. Estéticamente no era tan simétrico pero creo que en aquel entonces era la autenticidad, era demasiado libre. El teatro me ayudó mucho y la pantomima, yo me enamoré de Marcel Marceau a los 10 años y estudié pantomima, durante cinco años, por eso soy tan gesticular en mis videos, en la forma como me expreso y como camino”.¿Cada cosa que has hecho suma?“No me gustaba el idioma inglés o español, sino el lenguaje de las señas. Me gustó más. Se dice más y el fondo que le das, le da la forma a lo exterior. El reto de prestar atención de saber si estaba entendiendo lo que mi maestro de pantomima me estaba tratando de decir. Era medio cavernícola. Me parece muy interesante este lenguaje, lo sigo utilizando, entre mi esposa y yo no necesitamos hablar”.¿Sientes que tu libro está enfocado a...?“Al hombre y a la mujer universal, no soy alguien que estudia los arquetipos. Yo le escribo al idioma universal, al amor, al dolor a la soledad, a la tristeza, a las incertidumbres, y los jóvenes que están ahí algún día descubrirán el libro cuando descubran la soledad. No le hablo a la brillantez del ser humano, lo mío es la sabiduría del corazón y eso es lo que estudio y me apasiona. Las palabras hoy me parecen ya muy limitadas más en un momento de la humanidad donde descontextualizamos todo, hay mucho conocimiento pero poco entendimiento”.¿Cuál ha sido el mayor reto de tu vida?“A mi tiranía, a mi excelencia, lo soy, he aprendido a separar lo bueno de lo perfecto, es una forma muy intelectual de auto-sabotearme y estúpida al mismo tiempo. Soy un tipo tiránico, ya despedí a ese tirano hace varios años, pero sigue amarrado a una cadena que grita todos los días y es mi reto, a los demonios que a veces te persiguen”.Expectativas con Inquebrantables, ¿a dónde quieres llegar? “Soy un hombre de pocas expectativas. No soy un tipo que no permite que nada me posea, sólo Dios, me interesa que este libro llegue a las manos de quien lo necesite y que lo puedan releer las veces que sean, no es un libro que está hecho para que te enganches. No está hecho para que lo leas y no pares, sino para que desde la primera página digas, boom, listo, esto es más que suficiente. Lo más importante de este libro son los hechos que tú haces con ellos. Lo que provoca a sacarte de la apatía, de la mediocridad, del letargo mental en el que estás. Empieza con el fin. El conocimiento no es entendimiento. He encontrado más sabiduría en una abuela, que en alguien que tiene tres doctorados”. AA