Durante el Festival de Cine de Sundance en 2017, se presentó un documental que luego compraría Netflix: En busca del coral, sobre cómo los arrecifes de coral de todo el mundo están desapareciendo a un ritmo sin precedentes; no obstante, yo no había entendido del todo su importancia hasta que visité las Islas de Tahití.Ubicadas en el Pacífico Sur, y conocidas comúnmente como Polinesia Francesa, 118 islas esparcidas en 5 archipiélagos albergan uno de los santuarios marinos más grandes del mundo, con oportunidades para apreciar y acercarte a espectaculares especies, incluidos los corales.En Tahití la gente está conectada con el mar. Hay una cultura -y un pasado- ligados al océano, que en la vida cotidiana les provee recreación, refugio y sustento. “Moana” (océano en diversas lenguas polinesias) es parte de un delicado equilibrio en el que los locales toman lo que necesitan sin sobreexplotar el medio ambiente. La naturaleza es una madre para ellos, por lo que procuran respetarla, reverenciarla y cuidarla.Los corales son al mismo tiempo hogar, refugio y alimento de cientos de especies de peces, moluscos y crustáceos, por lo que el snorkel y el buceo están entre las actividades más recomendadas en el destino gracias a la diversidad marina. Cerca de los corales habitan alrededor de 20 tipos de tiburones con los que se puede nadar (pues son inofensivos, y esenciales para el equilibrio de la biodiversidad), enormes mantarrayas, tortugas, delfines y en temporada, ballenas.Además de jugar un papel fundamental en los océanos, los corales (que aprendí son una especie de animal y no de planta), necesitan de luz, agua limpia y caliente para existir. Viven en simbiosis con las algas (el 90% de su energía viene de ellas) y suelen habitar en las zonas tropicales. Sus principales amenazas son depredadores naturales como la corona de espinas o pequeñas conchas que se esconden dentro de ellos para devorarlos; además, fenómenos climáticos como tsunamis y el sobrecalentamiento del agua.Las islas más visitadas del país suelen ser Tahití, Moorea, Huahine, Raiatea, Taha’a, Rangiroa y por supuesto Bora Bora, paraíso preferido de los lunamieleros y parejas por la tranquilidad de sus playas y la belleza turquesa de sus lagunas; pero además de poderte otorgar memorias románticas en sus icónicas villas sobre el agua, en Four Seasons Resort Bora Bora puedes llevarte valiosos aprendizajes que cambian la perspectiva.Dentro del resort, existe un Marine Center operado por WiseOceans (especialistas en educación y conservación marina que trabajan para fomentar un futuro con océanos más saludables) que tiene el objetivo de acercar a los huéspedes con el océano. Además de organizar tours gratuitos de snorkel, recorridos privados, o expediciones al mar guiadas por un biólogo marino, tienen actividades como “Graft your Coral”, en el que reconocidos biólogos, como Mathilde Maslin, te explican sobre estas especies y luego te ayudan a elegir tu coral de una colonia preexistente para “plantarlo”; es decir, colocarlo dentro de una de las lagunas en un sitio protegido. Luego de un año crecerá lo suficiente como para integrarse al ecosistema. Toda la experiencia resulta profundamente enternecedora y al final recibes fotos y un certificado de adopción.Anteriormente estos espacios del hotel eran canales sin mucha vida marina, pero gracias al proyecto de corales de FS y WiseOceans, ahora se han vuelto hogar de decenas de especies como Pez loro, Ídolo moro, Ángel emperador, Mariposa, Damisela, Pez agrupador y hasta Morenas.La manera más conveniente para llegar desde México a Tahití es volando a Los Ángeles durante la mañana y por la noche tomar el vuelo directo LAX-PPT (Papeete) de Air France, que toma menos de 8 horas.En el sitio de la aerolínea se pueden encontrar los mejores precios para volar a Papeete en los próximos meses. También se puede elegir una fecha específica por si se trata de una Luna de Miel.Apenas en octubre de 2022, en la ceremonia de entrega de los World Travel Awards en Mallorca, Air France recibió el premio como Aerolínea líder en Europa por su Economy Class de larga distancia. Esta nueva cabina, que se está implementando gradualmente en los 12 Boeing 777-300, ofrece asientos con altos estándares de comodidad (cada pasajero tiene un asiento de 43 cm de ancho, 119 grados de reclinación y 79 cm de espacio para las piernas).