El GTI es, históricamente, esa versión del Golf que coloca la prioridad en el piloto. Es más potente y más orientada hacia poner una sonrisa en la cara del conductor que en consentir a los demás pasajeros. Esta octava generación pierde un poco de eso, aunque no quita la diversión.Con lo subjetivo que es el diseño, en nuestra opinión la octava generación es una evolución decente. A todos nos queda claro que es un Golf, a los que conocen un poco más de autos, también es obvio que se trata de un GTI. El que probamos está pintado en un elegante color gris claro, que resalta bien los vivos en color rojo de la parrilla. Los rines tienen una forma que recuerdan un poco a los usados por algunos eléctricos, lo que se acerca a un sacrilegio, pero bueno, existe un GTE, así que olvidemos nuestras fobias y/o nostalgias. En México no tenemos los 10 faros de niebla que se ven en Europa, lo que lo hace menos “digital” visualmente hablando.La cajuela tiene 374 litros y hay llanta de refacción, gracias. En el asiento trasero, mejor que viajen dos personas ya que una tercera irá incómoda por el túnel de escape muy protuberante. Hay portavasos y descansabrazos central (si viajan sólo dos), salida de aire acondicionado, agarraderas en el techo y un par de puertos USC-C. Con los asientos delanteros completos, la visibilidad para quienes viajan atrás es muy baja. Es el GTI siendo GTI, donde el lugar en el que hay que estar, es adelante.El piloto del GTI 8 es menos privilegiado, sin embargo, que el del 7, porque no hay botones físicos para facilitar los controles del estéreo, del aire acondicionado o de cualquier otra cosa. Esto obliga a que la vista se aleje del camino con más frecuencia de lo que sería recomendable, porque incluso los controles del volante son digitales, aunque ayuda un poco la vibración que emite cuando los usamos, pasa con frecuencia que picamos alguno sin querer.Pero luego aceleras, la caja DSG de siete cambios manda la fuerza a las ruedas y el coche salta hacia delante con esa precisión y determinación tradicionales. Es un equilibrio fino entre deportividad y confort, aunque un poco más inclinado hacia lo primero. La dirección es rápida y precisa, los frenos eficientes, de buen tacto y el auto se agarra como, bueno, como un GTI.Es cierto, el motor 2.0 con 241 HP sí muestra cierto retraso entre la presión sobre el acelerador y la respuesta percibida en las ruedas, pero me pareció menor que antes. O tal vez extrañaba manejar un GTI y le perdoné el detalle.Creado para substituir al Vocho, en el ya lejano 1974, el Golf llegó a México como Caribe y si bien aquí no era exactamente “el auto del pueblo”, tampoco era un coche para los más adinerados, de ahí que se extrañe verlo hoy con un precio de 819,070 pesos. Pero si pensamos que ofrece equipo como ADAS, navegación, el magnífico digital cockpit, quemacocos, asientos con calefacción y enfriamiento, cargador inalámbrico y ese manejo tan agradable preciso y adictivo que sólo un Volkswagen te otorga, veremos que no es caro. Que nosotros ganemos poco, es otra cosa.