Hoy les platicaré de este lugar íntimo en dónde los desayunos se pueden prolongar dentro de un marco excepcional para la plática. Se encuentra a un par de cuadras de Av. Chapultepec, en el corazón de la Americana. Justo en la calle Efraín González Luna, pasando General San Martín. Lo escribo porque por fuera pareciera que una casa tiene la puerta abierta. En su interior se abre un salón con jardín muy cómodo.Este restaurante, inició en Tepatitlán, Jalisco. Allá estuvo dos años y de repente lo ubicaron en la ciudad y se dejaron venir con todo. Actualmente tiene cuatro meses desde su apertura y sólo sirven desayunos, aunque en sus planes tienen iniciar cenas durante último cuarto del año.Acudí a un desayuno de negocios con mi querido Jaime de Puerto Vallarta, socio y amigo. Y compartimos tres platillos que aquí te comento.Iniciamos con una hogaza chilaquil $135 (más $40 por añadir longaniza) en un lonche; tal cual, de chilaquiles rojos (los hay verdes y chipotle, también) al que en su base le untan unos buenos frijoles refritos de rancho, con ese sabor característico que transporta del periférico para allá. Luego, unos buenos chilaquiles rojos con totopos muy crujientes y troceados; arriba de ellos colocan la longaniza frita y en su punto, con algunos dejos dorados que se agradecen desde el primer bocado, en donde también encontré ese aguacate maduro bañado en crema y queso. Bocadillo de campeones.Seguimos con un omelette machaca $135 perfectamente presentado en forma de taco alargado y bien arropado, bañado con una salsa de morita y enaltecido con pepitas de calabaza en toda su cara, acompañado de una buena rebanada de ese pan de masa madre y una sencilla ensalada. Por dentro, una buena machaca de res guisada como Dios manda con su cebolla, jitomate y un poquito de picor, muy lejano.Por último y para abofetear cualquier dieta, compartimos un toast dorado $130; es una rebanada de pan de masa madre al cual le untan una base de pasta de chile morita, es el preferido del lugar y le sacan buen provecho. Le agregan una panela pasada por la plancha hasta cambiar su color y toma una consistencia suave y con más sabor. Encima de ella, le agregan unos nopales curados que preparan ahí mismo, junto con tomates deshidratados y espinaca. El platillo es acompañado con un círculo de frijol refrito con polvo de queso. Un plato que te enamora al momento que llega y que deja una huella en ti en el proceso que va de la cocina a tu corazón. La combinación de sabores resulta muy interesante y sus capas de textura te atrapan desde la primera mordida.¡Sé feliz! CT