Mantequería por definición es aquel establecimiento en donde se encuentran: abarrotes, ultramarinos, lácteos y productos perecederos, y que con el tiempo añadieron embutidos, y se fue transformando a un lugar boutique donde puedes comprar además, cervezas artesanales, mates y sidras, latas y charcutería.Esos verdaderos gustos que hacen que el trabajo valga la pena. Y es que aquí tienen una cava llena de etiquetas de todos los gustos. Digna de mi amigo Antonio Laveaga, de quien he aprendido lo poco que sé de ello, gracias a sus columnas y consejos de fin de semana. Y que además cuentan con una pequeña carta para degustar un puñado de buenas propuestas (16) en un lugar, petit pero ad hoc. Una gran mesa interior rodeado de etiquetas, embutidos y latas, que hace muy acogedor el lugar, que invita a la charla y la buena compañía. Su terraza con un par de mesas para disfrutar del clima (no da el sol) y ver la vida pasar.Acudí con mi sobrino Carlos, el piloto, y exploramos su menú con ganas de pasarla muy bien.Todo nuestro pedido, llegó en una gran tabla.Iniciamos con unos pintxos de maduros ibéricos, $180, vienen cuatro piezas en rebanadas diagonales de un buen pan: salami, chorizo español y lomo. Charcutería digna de una buena charla, que atraviesan con un palillo sujetando una aceituna siciliana de gran calidad y un chorrito de un aceite de olivo de gran virtud, sabor vivo y acentuado.Seguí con la bocata de serrano gran reserva y queso, $220, en un buen pan baguette de masa madre y con un tamaño digno de compartir, de crujir medio, y unos buenos 50 gramos de serrano de nueve meses de añejamiento, que concentra sus sabores y oscurece su color, acompañado de un queso semicurado, que es este tipo de queso que no es tan concentrado en grasa dado que no es añejo, pues, de oveja que de verdad no tenía madre. Por dentro la bocata muy suave y con mucha personalidad.Por último dejé mi gran antojo y mis ganas de acudir: sándwich de pastrami, $275, con el mismo pan de todas, pero este pincelado con ese gran olivo y prensado en caliente, hasta dejar una verdadera costra crujiente y embriagadora que te invita a más y más. Con 150 gramos de un buen pastrami, que no es hecho en casa pero sí exclusivo para ellos; una buena porción, que se pierde pero aporta mucho al sabor, de chucrut (en francés) o bien Sauerkraut (en alemán) o lo que viene siendo col agria para la bandera por ser febrero, todo con una buena untada de alioli de ajo negro (que es este ajo que pasa por un proceso de fermentación, con algo de azúcar y alguna proteína, con una exposición a bajo calor durante tiempos prolongados) es uno de los mejores sandwiches de pastrami en la ciudad. ¡Imperdible!