En 2020 la pandemia arrasó con el trabajo de casi 350 vendedores ambulantes de origen mexicano que vendían paletas, raspados, elotes, papas fritas, chicharrones, dulces y otras exquisiteces en las calles de Chicago. Fueron tiempos difíciles. La pérdida de tráfico peatonal en parques, iglesias y escuelas, que estaban cerradas, los dejó con pocos lugares para ofrecer sus productos. La pandemia también profundizó las grandes disparidades en el acceso a los beneficios del Gobierno y otras formas de ayuda financiera para estos microempresarios. La gran mayoría son inmigrantes y a menudo enfrentaron barreras de idioma, educación y tecnología para obtener la asistencia adecuada. Para sobrevivir algunos continuaron trabajando durante la pandemia, aún si eso significaba arriesgar su salud para vender a menos personas, o encontrar un segundo o tercer trabajo.Recién en la primavera de 2021 la mayoría de ellos volvió a operar con cierta “normalidad”.Ya se acerca el invierno nuevamente, una época en que todos dependen de las corridas después que los niños salen de la escuela y de algunos fines de semana en que no cae nieve. Por suerte, muchos de ellos reciben ahora una buena noticia.Gracias a una amplia e inédita campaña de recaudación de fondos mediante plataformas digitales y redes sociales, además del apoyo de la Ciudad de Chicago y varias cámaras de comercio locales, la Cooperativa de Trabajadores de Cocina Compartida (CCTC) obtuvo los fondos necesarios para la instalación de una cocina comunitaria, que permitirá a más de 150 micro emprendedores preparar sus productos y multiplicar las oportunidades de venta durante los duros meses de invierno.Un sueño hecho realidadDesde 2015 los ambulantes de Chicago, 90% de los cuales son mexicanos, han estado organizándose y luchando por su derecho a ganarse la vida honestamente. Hablamos de más de 150 vendedores tamales y 200 vendedores de elote y fruta registrados que habitualmente se colocan en esquinas, fuera de las escuelas o en parques. Sin embargo, los controles sanitarios de la Ciudad hacen que, con frecuencia, esos vendedores sean obligados a abandonar sus esquinas por largo tiempo.Muchos tienen un permiso básico de la Ciudad, pero tienen limitaciones de producción para operar.Tomó años convencerlos de que necesitaban actualizarse y, gracias al esfuerzo de organizaciones de apoyo a pequeñas empresas, se enfocaron en el proyecto de desarrollo de una cocina comunitaria donde puedan preparar lo que van a vender en la calle y, a la vez, acceder a la venta de sus productos a través de las aplicaciones de venta de comida (UberEats, Doordash y Grubhub, las más utilizadas en Chicago).La cocina comunitaria fue certificada por el Departamento de Salud de la Ciudad de Chicago en mayo de 2021. Sin embargo, necesitaba algunas renovaciones para que fuera completamente funcional y, debido a COVID, la estimación de construcción pasó de 138 mil dólares a 206 mil dólares, debido a demoras inesperadas y la inflación de precios de los materiales de construcción. Necesitaban ayuda económica para poder terminar la cocina.Organizaciones como P3Markets, Fundación La Villita y el Fondo “Oportunidades” del gobierno de la ciudad, ayudaron a reunir 150 mil dólares. A través de páginas de recaudación de fondos como GoFundMe pudieron obtener ayuda de miles de vecinos y ahora podrán cumplir su sueño de terminar su cocina.Durante la pandemia los miembros de CCTC trabajaron con la Asociación de Vendedores Ambulantes de Chicago para llevar comidas gratis a familias de bajos recursos en vecindarios mayoritariamente latinos, sirviendo 1200 comidas gratis a los necesitados. La cocina está pensada para que todos trabajen durante todo el año.Ayudar a los que menos tienenEn agosto de 2019 Petra De La Rosa, originaria de Jalisco, se vio obligada a cerrar su pequeño puesto de tamales en el barrio de La Villita. Y con eso, desapareció cualquier posibilidad de continuar vendiendo en las calles y en los festivales de Chicago. Ella asegura que buscó ayuda en todas partes.De La Rosa tenía la esperanza de que el gobierno estatal o municipal brindarían ayuda a los vendedores ambulantes como ella que no eran elegibles para beneficios federales de estímulo ni para ninguno de los programas de ayuda bajo la ley federal de alivio por coronavirus para salvar su pequeño negocio.Casi se daba por vencida cuando se le acercó un asesor de la Cámara de Comercio Hispana de Illinois quien le informó que podía solicitar subsidios de 500 dólares. La semana pasada se entregaron recursos 89 vendedores ambulantes en Chicago. Se distribuyeron un total de 44 mil 500 dólares que fueron donados por miembros de la comunidad a través de una cuenta GoFundMe creada en julio pasado.Con la ayuda del asesor de la IHCC, De La Rosa completó la solicitud en línea y, unas semanas después, recibió el cheque. Eso le permitió enviar dinero a su familia en Jalisco.PARA SABERLos hace más competituvosLas llamadas “cocinas comunitarias” están haciendo que el servicio de delivery tome cada vez más relevancia en el sector logístico de Chicago. Esto se debe a tendencias como el hecho de que recibir el pedido a domicilio se ha convertido en el factor más importante para el 72% de los consumidores al considerar una compra vía online, incluso es más importante que el factor precio. El porcentaje aumenta en invierno. Las ventajas de la cocina comunitaria para el trabajo de muchos vendedores ambulantes son: 1. Reducción de costos de inversión: los costos disminuyen considerablemente, ya que no se invierte en elementos como mesas, platos, menús impresos, servilletas, etc., ni de un lugar de recepción para atender al público. 2. Competitividad en los precios: gracias al ahorro que supone el personal y los insumos, la empresa puede abaratar el costo de su menú, permitiéndole ser más competitiva en el mercado. 3.Competitividad en el servicio de entrega: al no tener que dedicar esfuerzos al servicio en físico, los emprendedores pueden optimizar al máximo su logística para hacer que las entregas a tiempo sean su principal ventaja competitiva.MÁS AYUDADon Ananías también recibe apoyo de la comunidadTres años después de que cientos de vecinos de Pilsen recaudaran 10 mil dólares para que el paletero Ananías Ocampo pudiera pagar sus facturas médicas y asegurar una nueva vivienda, la comunidad vuelve a reunirse para ayudarlo ahora nuevamente después de una cirugía de rodilla.Durante años, Ocampo, originario de Guadalajara y con 77 años, ha sido siempre respetado en el vecindario. La gente podía encontrarlo vendiendo paletas en la esquina de las calles 18 y Paulina, cerca de la estación “18” de la línea rosa del Metro.Hoy la mala salud de Don Ananías le impide empujar su carrito y ganarse la vida. Los vecinos organizaron una nueva colecta de fondos a través de GoFundMe para ayudarlo a recuperarse después de un reemplazo de rodilla y además encontrar una vivienda permanente más adecuada. Hasta el miércoles 24 de noviembre por la noche, la campaña había recaudado más de 25 mil dólares, 7 mil por encima de los que se habían establecido como meta.El organizador de la campaña es un residente afroamericano de Pilsen, Ben Emmrich (casado con la activista social mexicana Hilda Burgos), que conoció a Ocampo durante la recaudación de fondos de 2018 y que describe a Ocampo como “el ser más amable del planeta”.MQ