En febrero de 2016 la tapatía Sofía Fernández decidió cambiar de trabajo. Y, como ocurre muchas veces cuando se toman estas decisiones, hay consecuencias que afrontar. Los ingresos no le alcanzaban como antes, pero la buena noticia es que no bajó los brazos y tenía ahora más tiempo para pensar.Emprendedora, como toda mujer latina que busca salir adelante, Sofía no se dio por vencida. Habló con gente cercana y comenzó a organizar cenas de fin de semana con conocidos de México Colombia, Argentina, Venezuela, Ecuador y Puerto Rico que pagaban por una nueva experiencia culinaria y también por conocer nuevas amistades. A todos los invitados les unía la pasión por probar sabores diferentes y por compartir sus experiencias con otros inmigrantes.Una de aquellas noches en casa de Sofía llegó Cristina Tarriba, una migrante sonorense que estaba en Chicago para estudiar diseño en el Instituto de Tecnología de Illinois. Cristina no era una desconocida. Era hermana de María, una de las mejores amigas de Sofía de la época en que ambas hicieron la Universidad en Monterrey.Aquella conexión se transformó rápidamente en una nueva amistad entre dos amantes de cocina tradicional mexicana. Una cena fue el inicio de una relación de negocios que está demostrando, una vez más, por qué son las mujeres latinas las que comienzan más cantidad de pequeños emprendimientos en Estados Unidos año con año.Durante la pandemia, en que las amigas tuvieron mucho tiempo para reconectarse, aunque fuera por video llamada, comenzó a sembrarse la idea de tener un negocio juntas. A principios de 2021 Sofía y Cristina fundaron “Salsa Compañera”, una compañía que ya está llamando la atención de los dueños de supermercados de Chicago y que comenzó vendiéndose muy bien en los mercados callejeros de agricultores que durante la primavera y hasta otoño funcionan los fines de semana con mucho éxito en distintos vecindarios de la Ciudad de los Vientos.Ellas apostaron por la salsa macha, un estilo que Fernández traería de regreso a Chicago de sus visitas prepandemia a Guadalajara y serviría en sus cenas. La tapatía estudió ingeniería de alimentos en el Tecnológico de Monterrey y estaba convencida de que el mercado ofrecía oportunidad para una salsa macha auténtica.Cristina trajo de México 5 kilos de chiles secos de un viaje en junio de 2020. Después de más de veinte pruebas, dieron en el clavo. Decidieron utilizar chiles morita, guajillo y árbol. Uno le aporta el sabor del humo, otro da el sabor de las especias y el otro endulza, terminando de equilibrar los sabores. Completan su mezcla con aceite de oliva, tres tipos de semillas, maní, ajo y cebolla en polvo.El paladar de Sofia fue clave para encontrar la fórmula perfecta. Estudiaron y experimentaron con cada tipo de chile: qué tipo de picante tenía, su textura, el perfil de cada sabor. Fue ella quien dio con la cantidad exacta de semillas combinadas que necesitaba la fórmula comercial final.Pero además ambas emprendedoras tienen dos ventajas competitivas derivadas de su estudio profesional de los alimentos: una innovadora forma de secado de las semillas y el uso de distintos aceites de oliva que combinan para darle a la salsa una consistencia especial.Ambas mantienen trabajos de medio tiempo, pero dedican al menos 8 horas al día a su negocio. Creen que en enero de 2022 llegará el momento de independizarse por completo y enfocarse al 100% en su negocio.Sofía y Cristina preparan la salsa en The Hatchery, una incubadora de alimentos donde los dueños de pequeñas empresas pagan una membresía mensual y alquilan un espacio para administrar su negocio. Ellas obtuvieron un descuento por ser un negocio propiedad de mujeres y van allí una vez a la semana para preparar un lote de salsa.Tras meses de papeleo, llevaron “Salsa Compañera” a distintos mercados de agricultores. No sabían cómo reaccionaría la gente y si les iba a gustar el nivel de picor. Hoy venden más de mil frascos a la semana. El 70% de eso sólo en tres pequeños supermercados locales que apostaron por su receta.En la gran comunidad tapatía ubicada en el vecindario de Logan Square está una de las principales promotoras de “Salsa Compañera”. Se trata de Paulina López que se terminó su primer frasco en dos días y ahora ayuda, con sus conocimientos de marketing digital, a que “Salsa Compañera” se promocione y se venda online.“Nunca antes había probado algo como esto. Tiene más sabor que cualquier otra salsa que haya probado. No me gustan los cacahuetes, pero las semillas de sésamo dan un toque de cacahuete y crujiente. Realmente le dieron en el clavo con el sabor”, dice Paulina.