La edición número 59 de las Fiestas de Octubre llegó a su fin con un cierre espectacular a cargo del DJ internacional Steve Aoki, quien la noche del lunes logró un ambiente eléctrico en el Auditorio Benito Juárez de Guadalajara. La última noche de esta festividad, que duró 32 días, fue un despliegue de luces, música y emoción que atrajo a más de 12 mil asistentes al foro principal, todos ansiosos por vivir la experiencia única que ofrece el aclamado artista.La atmósfera festiva comenzó desde temprano, cuando se anunció que el ruedo no tendría sillas para permitir mayor comodidad y libertad de movimiento para los asistentes. Con esta disposición, los espectadores, desde los niveles superiores hasta la zona más baja del foro, tomaron sus lugares con anticipación, listos para disfrutar del espectáculo. Al ingresar, cada persona recibía una pulsera inteligente que emitía luces de colores, añadiendo un toque visual al evento que transformó el ambiente en una explosión de luces sincronizadas con los ritmos de Aoki.El show comenzó a las 21:30 horas, con una salida en escena del DJ un poco después de lo previsto. Sin embargo, la espera no fue un problema para los asistentes, quienes animaban el ambiente al compás de la música que sonaba en el sistema de audio del recinto. La energía acumulada estalló cuando Aoki, vestido completamente de blanco y con un sombrero que llevaba las frases “Guadalajara” y “Viva México” escritas a mano, apareció en el escenario. Con una enorme sonrisa, el DJ saludó a la multitud que respondió con un estruendoso aplauso y gritos de emoción, marcando el inicio de la noche.Desde el primer beat, Aoki demostró su maestría en la conexión con el público. Durante su presentación, lanzó frases de ánimo que prendieron aún más a los asistentes: “Guadalajara, ¿están listos?”, “¡Qué pasa, Guadalajara!”, “¡Viva México!”, y “¡Hagan ruido!”. Estas interacciones hicieron que la audiencia vibrara, impulsando la energía de la noche a otro nivel.Pero no fue solo la música electrónica lo que mantuvo la intensidad de la noche. Aoki mostró su habilidad para adaptarse al gusto del público al mezclar éxitos latinos y mexicanos entre sus temas. Así, además de sus propias creaciones, el DJ hizo sonar clásicos como “Gasolina” de Daddy Yankee, “Suavemente” de Elvis Crespo, “La Gata Bajo la Lluvia” y “La Boda del Huitlacoche”. No faltaron canciones icónicas de la música popular mexicana, como “La Chona” de los Tucanes de Tijuana y “Ella Baila Sola” de Peso Pluma, que generaron una respuesta entusiasta y elevaron la conexión entre el artista y el público al máximo. Con cada mezcla, Aoki lograba que el auditorio entero coreara y se moviera al ritmo de la música.El DJ no solo se mantuvo detrás de su consola; en varios momentos del show, Aoki subía sobre su tornamesa, caminaba de un lado a otro y animaba al público con gestos y movimientos que avivaban la emoción en el recinto. Mientras la música alcanzaba sus momentos cumbre, ráfagas de humo proyectadas desde el escenario cubrían la vista y acentuaban los puntos altos de cada canción, creando una experiencia sensorial que involucraba tanto el oído como la vista.La escenografía y la tecnología visual fueron también elementos clave en el éxito del show. Una gran pantalla detrás del DJ proyectaba visuales y efectos sincronizados con los beats, y se mostraban fragmentos de videos oficiales de Aoki que complementaban la experiencia. Además, se instalaron luces en cascada que caían desde el techo y ayudaban a transformar el auditorio en una fiesta de luces. La combinación de estos elementos visuales con la música y el entusiasmo del DJ hicieron de la presentación un espectáculo completo que sumergió a la audiencia en un ambiente de euforia.Fiel a su estilo, Steve Aoki no dejó fuera uno de los detalles que ya son tradición en sus conciertos: el lanzamiento de pasteles al público. En uno de los momentos culminantes del show, el DJ comenzó a lanzar pasteles desde el escenario, dirigiéndolos directamente a los asistentes en las primeras filas. Esta acción, lejos de ser una sorpresa, era esperada por muchos de los fans que, sonrientes, recibían el “pastelazo” como una marca especial de haber asistido a uno de sus conciertos. YC