El gusto por el cine fue obvio en Sofía Rosales Arreola para que decidiera entrar a la carrera de Artes Audiovisuales en la Universidad de Guadalajara, pero durante su formación como estudiante la animación fue el terreno que la conquistó para enfocar su vocación al reto de crear historias desde cero fusionando a la creatividad, a la narrativa y el trabajo artesanal.Convencida del potencial que la animación tiene y siendo testigo de cómo los cineastas mexicanos se abren paso a nivel internacional en la industria, Sofía Rosales hizo de su ópera prima un proyecto que ha dejado huella importante justamente sobre el futuro que se visualiza de la animación tapatía, y a través de su cortometraje “La casa de la memoria” -ganador en la pasada entrega del Premio Ariel- se catapulta como un nuevo talento que ahora también forma parte de una nueva generación arropada por El taller del Chucho, estudio tapatío especializado en la animación impulsado por Guillermo del Toro y la Universidad de Guadalajara.“Lo que me encanta de la animación es partir desde cero, que no tienes una locación para ir a grabar, no tienes actores, tú tienes que ponerle rostro e imagen a todo, me encanta construir, modelar y pintar, esa parte tan artesanal de la animación la disfruto mucho, como la narrativa y la organización, pero la animación te permite tener a estas líneas juntas, crear algo fantástico tal cual como te lo imaginas”, comparte en entrevista con EL INFORMADOR.Previo a que Sofía pusiera en marcha la realización de “La casa de la memoria” teniendo a una cochera del centro tapatío como punto de creación, recuerda que su primer acercamiento profesional al mundo de la animación fue con el filme “Inzomnia”, del animador y director Luis Téllez, proyecto al que se sumó como voluntaria y con el que experimentó en carne propia lo frenético y detallado que es la animación.“Creo que una de las cosas que más me enseñó este proyecto fue que algo vital en esto es el trabajo en equipo, me permitió conocer gente que admiro mucho y que después invité a trabajar a mi proyecto. El cine es hacer mancuernas, encontrar tu crew, crear historias juntos”.Desde lo personal“La casa de la memoria” tiene un origen bastante sentimental para Sofía, al inspirarse en su abuela paterna, Guadalupe, quien padeció Alzheimer, lo que la motivó a retomar esta experiencia para crear su historia: una filmoteca que se resiste a desaparecer.“La historia es una analogía a esta enfermedad, es la historia de un anciano que vive dentro de una gran filmoteca, donde cada una de las películas es un recuerdo, pero este espacio y las películas comienzan a deteriorarse y desvanecerse y él hace todo lo posible por evitarlo. Es toda una analogía del amor al cine, una carta de amor a mis abuelos”.Si bien una buena historia será clave para atraer al público, Sofía Rosales hace hincapié en la importancia de impulsar una producción capaz de materializar esa narrativa que no tiene rostro ni imagen tangible.“Una parte muy importante fue el diseño de producción, porque yo además del guion y la dirección, también me involucré mucho en esto, quería un espacio de cierta manera, porque investigué sobre la enfermedad y descubrí los primeros esbozos de los estudios de cómo era una red neuronal de Santiago Ramón y Cajal, quería que mi historia tuviera ese toque”, detalla Sofía al recordar que “La casa de la memoria” logró financiarse con tres becas: del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Jalisco (CECA), Proyecta Producciones e Imcine (en postproducción).Esta historia hizo que Sofía Rosales Arreola ganara el Premio Ariel como “Mejor cortometraje animado” y aunque los galardones y recorrido dentro y fuera de México sigue en aumento, la cineasta recuerda que hubo una decisión que pudo haber cambiado, quizá, el impacto que “La casa de la memoria” ha logrado, pues tuvo que postergar su estreno a causa de la pandemia por COVID-19, arruinando sus planes de debutarlo en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara en marzo de 2020.“Yo decidí posponer el estreno, no sabía cómo sería el año, que pasaría, tenía tanta incertidumbre que decidí irme hasta finales del 2020 o principio del 2021 para que corto arrancara. Por fin puedo tener la tranquilidad de saber qué no me arrepiento de la decisión, ha sido un buen año, los festivales se adaptaron y nosotros también, con todo y lo que pasó”.A la par de seguir movilizando a “La casa de la memoria” por diversos festivales en Estados Unidos, Canadá, España y alistar su participación en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) donde es parte de la selección de competencia en animación y en línea (con votación para el Premio del Público), Sofía Rosales Arreola también forma parte del equipo de animadores que dan forma a “Pinocchio”, proyecto escrito por Guillermo del Toro y codirigido con Mark Gustafson, y del cual una parte se filma en El Taller del Chucho con talento tapatío en el que también figuran: Karla Castañeda, Rita Basulto, Luis Téllez, René Castillo, León Fernández y Juan José Medina, por ejemplo.“Cuando estrenamos ‘La casa de la memoria’, en noviembre del 2020, tuve un acercamiento más cercano con Luis Téllez, quien fue a una de las proyecciones, se acercó para hablarme del proyecto y con él hice esta conexión, él está como jefe del Departamento de Animación, me invitó, así como Odín Acosta, que hizo el sonido en mi corto y ahora también está como productor. Es una oportunidad increíble, estoy muy agradecida, es un proyecto hermoso en el que estoy como segunda asistente de dirección y de animación”.Entre los próximos proyectos que visualiza Sofía Rosales para su carrera es un documental animado sobre la cultura chicana, del cual ya se encuentra en proceso de investigación para aterrizarlo en técnica mixta de 2D y stop motion.SABER MÁSCon Sofía Rosales Arreola en la dirección y guion junto a Esteban Chaires, el cortometraje animado de 13 minutos “La casa de la memoria” tuvo en la producción a Laura Jiménez Quiles, Rodrigo Alatorre en la fotografía, Abraham Cruz Herrera en la edición, Mariana Rosales Arreola en la música, y en la animación a Daniel Hiram Ramírez, Laura Jiménez Quiles, Nabí Orozco Torres y Mariana Rosales Arreola.