Retratar la realidad a través de la fantasía y de la memoria ha sido clave en la consolidación cinematográfica de Sofía Carrillo, quien ahora se disputa el Premio Ariel al “Mejor cortometraje de ficción” por crear a “La bruja del fósforo paseante”.Sofía, originaria de Guadalajara, y quien ha marcado camino en la internacionalización de la animación mexicana desde Jalisco, explica un poco incrédula y risueña que la posibilidad de llevarse nuevamente el Premio Ariel a su casa es compleja, y no porque “La bruja del fósforo paseante” no lo merezca, sino por el nivel de competencia que esta categoría adquiere en cada edición con nuevos talentos e historias analizadas por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.Los cortometrajes animados “Cerulia” y “Prita Noire” ya han brindado el Ariel a Sofía en las ediciones celebradas de 2012 y 2018, respectivamente, en tanto que “Fuera de control” y “La casa triste” quedaron nominados en 2009 y 2014. Ahora la experiencia es diferente, Sofía debuta como directora de una historia llevada a la carne y el hueso de los actores, a los muros empolvados de los Altos de Jalisco, a la memoria de su infancia, pero sobre todo, a los misterios y recuerdos de un pueblo entero que se resiste al olvido de los rumores, de las leyendas y sus brujas.“La bruja del fósforo paseante” -filmada en 16mm en blanco en y negro- tiene diversas vertientes y motivaciones para Sofía. Por una parte, trabajar codo a codo con su hermana Ana Carrillo, autora de este cuento que recuerda lo que su madre les contaba sobre las brujas, sobre lo que acontecía en las madrugadas del pueblo. También está la intención de dignificar a la figura de la bruja.Los cortometrajes de Sofía Carrillo: “Cerulia”, “Fuera de control” y “La bruja del fósforo paseante” están disponibles para ver en línea gratuitamente en la plataforma de promoción de cine mexicano y latinoamericano www.filminlatino.mx.NR