Ridley Scott tomó ayer el madrileño Museo del Prado para presentar en España su película sobre Napoleón Bonaparte, protagonizada por Joaquin Phoenix, cerca de los cuadros del emblemático pintor español Francisco de Goya que dan testimonio del paso por España del que fue emperador francés.“Rodar una superproducción es como dirigir un ejército”, dijo el director de “Alien” y “Gladiator” en el claustro que perteneció al antiguo monasterio de los Jerónimos (frente al Prado), que fue destruido por las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), y que hoy es un espacio dentro del museo.La película, que se estrena el 23 de noviembre en cines de México, retrata el ascenso y caída de Napoleón desde una doble perspectiva: el campo de batalla, con secuencias espectaculares en las que llegó a haber once cámaras implicadas, y su obsesiva relación con su esposa Josefina (Vanessa Kirby).“Mi unidad la forman 900 personas, 100 caballos, 50 camiones para transportarlos, cien conductores... y eso sólo para los caballos, luego están los 700 extras; es una unidad enorme y tienes que dirigirlo de manera organizada; la mejor comparación es un ejército, si no lo haces así, tienes un problema”, argumenta.Su interés por la figura de Napoleón viene de lejos. Su primera película, “The Duellists” (1977), era un drama de época ambientado en Francia durante las guerras napoleónicas.“No salía Napoleón, pero sus códigos y estándares estaban muy presentes”, señala. “Era una película que hablaba de lucha de clases, el enfrentamiento entre un oficial aristócrata y otro más de a pie”, subraya para evidenciar el paralelismo con su “Napoleón”. “Si digo que Napoleón era un corso de clase obrera la gente se me echa encima, pero lo cierto es que no tenía dinero, vivía como si fuera de clase humilde y la única manera de prosperar para él era meterse en la academia militar”, explica. Scott alude así a las críticas que ha recibido en Francia por lo que algunos consideran falta de rigor histórico -el padre de Napoleón procedía de la pequeña nobleza corsa- y que el cineasta defiende como licencias dramáticas.Le han criticado también por mostrarlo disparando a las pirámides en Egipto o participando en cargas de caballería.Sin embargo, lo que a Scott le interesaba subrayar era cómo alguien que empezó “con nada” encontró en el Ejército la estructura necesaria para desarrollarse: “Era bueno con las armas y en las batallas, lo disfrutaba pero, sobre todo, su don era la intuición”.“Con la experiencia, la intuición se agudiza, el peligro es que puede llegar un momento en que te equivoques porque esa voz de la intuición te puede separar del sentido común”, agrega el tres veces nominado al Oscar al Mejor director.Cabe señalar que el plato fuerte de la cinta son las escenas de batallas donde Scott muestra un dominio que él atribuye en gran medida a que él mismo dibuja plano a plano todos los “story boards”.“Lo mejor que me ha pasado en la vida es ir a la escuela de arte”, dice el director de “Blade Runner”, quien estudió en el Royal College of Art de Inglaterra.Es importante destacar que el arco temporal del filme, que dura más de dos horas y media, va de los últimos compases de la Revolución Francesa, en la que participó desde Córcega -aunque Scott lo muestra siendo testigo de la ejecución de María Antonieta-, hasta su muerte en la isla de Santa Elena. CT