Diferente. Inesperado. Emocional. Tres palabras que encapsulan bien la infinidad de momentos que dejan atrás la edición número 60 de los premios Grammy. Con discursos contra el acoso y a favor del empoderamiento femenino. Presumiendo el “american way of life”, pero también abriendo la puerta al debate de la inmigración. Y sí, mucha música.La ceremonia, conducida por James Corden desde el Madison Square Garden de Nueva York, sirvió para encumbrar a los nuevos dioses de la industria: Kendrick Lamar con un potente arranque rapero de la ceremonia y Bruno Mars, quien se llevó la categoría reina de la noche: Mejor disco. Ambos presentaron números en la ceremonia y ambos demostraron que el nivel que tienen los coloca por encima de su competencia.Quien llegaba como favorito era Jay Z, con ocho nominaciones, aunque al final no logró subir al escenario. Eso sí, horas antes protagonizó una polémica en Twitter con el presidente Donald Trump.Por cierto, el mandatario, sin asistir, fue protagonista de un segmento de la premiación, pues varias figuras (incluida Hillary Clinton) leyeron segmentos del polémico libro “Fire and Fury”.El alma rapera y la prosa dura de Lamar esconde también una profunda sensibilidad, como lo demostró al recibir el gramófono a Mejor álbum de rap, y señalar que “ser artista se trata de sensibilidad. Es pintar un lienzo entero para las próximas generaciones. El hip hop lo ha hecho por mí. Jay Z, gracias, ustedes me enseñaron a dar lo mejor en este juego, así que adelante”.Pero como hubo ruido y risas, hubo lágrimas. Uno de los instantes más solemnes lo protagonizaron Eric Church, Maren Morris y los Brothers Osborne al interpretar la legendaria “Tears from Heaven” de Eric Clapton, a manera tributo a las víctimas mortales y heridos por el atentado terrorista ocurrido el año pasado en Las Vegas. El discurso solidario, el reconocimiento al trabajo duro y el apoyo comunitario fue parte integral de la ceremonia.Y también hubo un rincón para la inmigración, el tema que inunda la agenda de noticias de Estados Unidos. El momento lo protagonizó Camila Cabello (de sangre mexicana y cubana), dando un discurso a favor de aquellos que abandonan su tierra para ir detrás de un sueño, de los inmigrantes que andan con el corazón en la mano y en pos de nuevos sueños. Y para que el mensaje calara con más efectividad, presentó a U2, banda irlandesa que se presentó en el exterior del Madison, con la Estatua de la Libertad de fondo y recordando en voz de Bono: “Benditos son los ‘países de mierda’, porque ellos nos dieron el Sueño Americano”.No todo fue perfecto. Hubo quejas en redes sociales por la duración de la ceremonia y todas las categorías latinas entregadas fuera de cuadro (Shakira agradeció con un video en su Twitter) son algunas cosas a mejorar.Pero detrás de los discursos y las palabras, queda la música. El talento de Kendrick Lamar y sobre todo Bruno Mars (que viene a Guadalajara este 5 de febrero) deja un destello dorado en el Grammy. Uno Diferente. Inesperado. Emocional.CABALLERO DEL RAP Kendrick LamarCinco Grammys para el artista, quien interpretó “XXX” -con U2- y “DNA”, para cerrar con “King’s Dead. ¿Podía pedir una noche más redonda? Quizás ganar disco del año, aunque se quedó bastante cerca.GRAN DESPEDIDA ¡Adiós, Elton!Con su gira de despedida haciendo sombra, Elton John se presentó en los Grammy para interpretar “Tiny Dancer”, uno de sus clásicos, acompañado por Miley Cyrus, quien dejó que el legendario músico inglés se robara todos los reflectores.SE QUEDAN CERCA Despacito, en la orillaLuis Fonsi y Daddy Yankee pudieron de pie a todo el Madison Square Garden, pero no lograron levantar el gramófono de oro en la categoría de Canción del Año, donde apuntaban como favoritos. Aún así, hicieron que sonara el a toda potencia en la ceremonia.MÉXICO SUENA Rap y respetoEl rapero Swizz Beatz, esposo de Alicia Keys, llevó una frase de Benito Juárez en su saco: “Entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz”.
