El pasado 26 de mayo se estrenó en la plataforma Netflix la película mexicana de Ernesto Contreras, “El último vagón”, protagonizada por Adriana Barraza y Guillermo Villegas, entre otros actores. La cinta rinde un homenaje a los profesores y su enorme vocación por enseñar. Este proyecto es una adaptación del libro que lleva el mismo nombre, el cual fue creado por la autora, profesora y periodista española, Ángeles Doñate, con quien EL INFORMADOR conversó acerca de la creación de esta historia y la percepción que tiene sobre el éxito del filme.“Yo tengo algunos libros publicados, pero nunca se había llevado una obra mía a la pantalla. Entonces es como preguntarte: ‘¿me está pasando a mí?’… Pues sí, me está pasando a mí. Así que esto lo veo como una sorpresa constante por todo lo que va llegando y ha sido maravilloso desde el día 26 (de mayo) por los maestros y niños que me escriben, así que esto lo vivo con mucha alegría caótica, que cuando para esto, podre bajar (y asimilarlo)”, expresa la escritora.La trama es una historia universal aderezada de ternura y dignidad sobre descubrir el mundo y encontrar gente, en este caso una profesora, que te guía y te acompaña para verlo con mayor claridad. “Yo viví un tiempo en México trabajando de maestra comunitaria y sigo regresando de cuando en cuando, yo creo que estaba imbuida por ello y por eso situé la historia en México, porque viene de esa época de mi vida. Pero en realidad toca temas tan universales, que es lo que te hace que parezca que encaja ahí”, pero también recuerda que le han contado de otras latitudes cómo la cinta ha tocado los corazones de otros, como alguien de Perú que le puso la película a sus hijos para que vieran cómo era su escuela cuando pasaba su niñez.“Me escribieron, también de Argentina y Uruguay. Entonces, es decir que por lo que parece es muy latinoamericano (el contexto) sin duda”. También resalta que la han contactado de Colombia, Chile y por supuesto de México. “En el fondo es universal y pertenece mucho a las realidades muy nuestras, también a una España de mis abuelos”. Además destaca que hay otros tópicos con los que empatizan los espectadores, como la amistad, la esperanza, la vocación y el poder de la educación transformadora.La trama cuenta la historia del pequeño “Ikal” y su familia, quienes viven en un ferrocarril que viaja por todo el país para que “Tomás” –su padre– trabaje en la reparación y construcción de las vías del tren; lo que impide que la familia pueda permanecer por mucho tiempo en un mismo sitio. Pero en esta última parada, “Ikal” conoce a “Chico”, un niño rebelde al que admira; a “Valeria”, una niña muy inteligente (y por quién descubrirá lo que es el primer amor); a “Tuerto”, otro niño que forma parte de la comunidad ferroviaria y a “Quetzal”, un perro sin raza que elige a “Ikal” como su nuevo dueño.Los cuatro amigos son alumnos de “Georgina”, una inquebrantable maestra que hace todo por sus estudiantes con lo poco que tiene. Juntos lograrán que, “Ikal”, por primera vez, sienta que pertenece a un lugar. Sin embargo, una nueva amenaza está cerca de ellos: “Hugo Valenzuela”, un inspector de la Secretaría de Educación, que tiene la agotadora (e ingrata) tarea de cerrar escuelas rurales supuestamente por un bien mayor, lo que significa dejar a muchos niños sin la posibilidad de seguir estudiando.Y mientras “Hugo” recorre el Estado con los expedientes de los planteles que debe cerrar, hay uno que destaca ante su mirada: la Escuela Pública Malinalli Tepenepatl… la misma en la que “Ikal” ha aprendido el valor de la amistad, la importancia de crecer y el impacto y la inspiración que los maestros pueden generar en la vida de sus alumnos.Ángeles confiesa que le interesa contar estas historias sobre dignidad humana, porque “son las que me interesan vivir, por lo tanto me interesa contarlas y compartirlas”. Sobre la creación de “El último vagón”, expresa que una historia nace por muchas semillas que van cayendo. “Recuerdo perfectamente una conferencia con un profesor americano diciendo que la única posibilidad que tiene un niño ‘pobre’ –digámoslo entre comillas porque es una palabra que no me gusta mucho– es un buen maestro”. Este profesor había hecho un estudio importante sobre escuelas de pocos recursos donde cada año los alumnos eran los primeros en matemáticas.“Entonces, siempre había detrás un maestro con una vocación brutal. Así que había que apostar por el maestro y su formación, porque los buenos profesores quieren ir a los ‘malos’ sitios aunque sea un tiempo”. Así que este contexto se le quedó en la mente a la autora. “Me fui a México, a la frontera, a vivir entre Mexicali y Tijuana y trabajé en escuelas comunitarias de refuerzo y de espacio de convivencia. Entonces, esto para mí fue un descubrimiento, porque di con la dignidad de los maestros, la cual no tiene que ver tanto con los diplomas, sino con la vocación, el amor y la capacitación, porque hay que ser mejor y querer mejorar”.Finalmente, sobre los cambios que se hicieron del libro a la película, como por ejemplo que en el filme es una maestra la protagonista y no un profesor como en el texto, señala Ángeles que la esencia del libro está respetada. “Yo tengo claro que mi lenguaje y mi producto artístico son uno, pero que la gente de Netflix o cualquier productor o director, tienen otro lenguaje y persiguen emocionar como yo persigo transmitir un mensaje. Entonces, partí de la base de que ellos habían tomado mi historia, la habían leído y habían intentado, así que la esencia está muy respetada. El cambio de maestro por maestra, ellos sabrán a qué responde, yo tengo que decir que cuando vi esto, no me molestó”, esto es porque la vocación está ahí retratada y no tiene nada que ver el género, “está la misma lucha y el mismo amor, y pues fantástico, se ha conseguido. El director ha tenido una mirada tan amorosa sobre la dignidad de mis personajes que estoy entusiasmada”.MF