Viernes, 22 de Noviembre 2024

Llamar traidores a los traidores

Los libros de Paco Ignacio Taibo II se comercializan en las librerías Educal desde que asumió como director

Por: Gerardo Esparza

Falta más bibliodiversidad en México, se les da prioridad a escritos autorizados por el poder. EL INFORMADOR / G. Esparza

Falta más bibliodiversidad en México, se les da prioridad a escritos autorizados por el poder. EL INFORMADOR / G. Esparza

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara ha dejado pequeñas declaraciones que retratan de cuerpo entero a políticos y escritores: Peña Nieto mostró la impostura cultural en la que vivió rodeado: no leía, pero tampoco era necesario, porque una maquinaria de propaganda estaba detrás de él sin importar que no pudiera citar tres libros, cualesquiera, que le hubieran dejado honda huella como lector. Paco Ignacio Taibo II, en plena transición del Gobierno de López Obrador, apuntó sin pudor que, ante la mayoría legislativa de Morena era cuestión de trámite para modificar una ley que lo habilitaría para ser director de Fondo de Cultura Económica (FCE), “sea como sea, se las metimos doblada, camarada”, dijo, y afirmó que el caudal de los votos en las urnas les daba el derecho de llamar “traidores a los traidores”.

Han corrido ríos de tinta desde entonces, Taibo ejerce la dirección, con o sin ley, del FCE, de las librerías de Educal y de la Dirección General de Publicaciones (DGP). Ha sacado los libros de las bodegas y los ha puesto a precios accesibles para la mayoría. Pero también hay atisbos de traición al proyecto de López Obrador, ese que se rige por un código moral inquebrantable.

Taibo II es, antes que todo, un escritor multiventas, conocido por la saga de Héctor Belascoarán Shayne, su biografía del “Che” Guevara y, en últimos años, por su trilogía titulada “Patria”. Sus libros se agotan y se reimprimen como pocos. Se distribuyen en todas las cadenas libreras comerciales y estatales del país. Pero no estaban en Educal. Porque no hacían falta. Porque nadie va a una librería estatal, la única donde se encuentran los libros de Tierra Adentro, a comprar un ejemplar de “El olor de la magnolias”.

La librería, ubicada en la entrada del Instituto Cultural Cabañas ha sido maltratada como pocas: la administración del Gobierno de Aristóteles Sandoval le recortó espacio para hacer bodegas, depende de los horarios de museo para funcionar y vive en zozobra ante la falta de certeza de los planes de las nuevas autoridades. Y ahora, por si faltara poco, se ha llenado de los libros de Taibo II, que copan una de las dos mesas ubicadas en los pocos metros cuadrados.

Esos ejemplares nunca estuvieron ahí porque lo ocupaban los editados por las editoriales del Estado o de carácter independiente. Educal era un espacio para comprar los libros de Universidad Veracruzana, de la Autónoma de Nuevo León, de Tierra Adentro, de la DGP; textos poco distribuidos. Era el lugar para comprar ejemplares de Nitro-Press, de Malpaso, de Conaculta o de Los Bastardos. Porque esa es su vocación aunque venda libros de los grandes conglomerados: acercar la producción propia a los lectores y, quizá, propiciar la bibliodiversidad. Tan sólo durante los primeros cinco años de Gobierno Peñanietista, las librerías de Educal en todo el país facturaron 39 millones de pesos a favor de Planeta, conglomerado que distribuye a Taibo II, contra los cuatro millones 419 mil 159 pesos que cobró Educal por vender sus propios libros (según datos obtenidos por transparencia).

Es competencia desleal, y citando a Taibo II, “traición”. Sus libros opacan a las apuestas propias del Estado, los que él edita pero de los que no recibe pago de derechos. Sus libros de “Patria”, acompañados ahora de una serie en Netflix, mantienen en el ostracismo a las apuestas de los jóvenes del Fondo Tierra Adentro. Porque, siendo claros, sus ejemplares no estarían, como nunca lo estuvieron, si no fuera el director, el jefe, de las librerías más importantes.

Y se podrá argumentar que él no sabe o no tiene control de lo que sucede en Guadalajara, sin embargo, las compras de ejemplares necesariamente pasan por el control férreo que ejerce el nuevo Gobierno y a nadie le pareció raro que se adquirieran los libros del jefe para distribuir en los espacios que maneja el jefe.

Llamar “traidores a los traidores”, pues.

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