Dos advertencias sobre esta película: primero, procure no comer antes de los 15 minutos de iniciada; segundo, cuando vea a un animal a cuadro, prepárese para un fuerte impacto emocional."Cuando acecha la maldad", historia que ganó el premio a Mejor Película en el pasado Festival Internacional de Cine de Sitges, el más importante de género, invoca a todos los demonios para gustar en salas mexicanas. El argentino Demián Rugna, bautizado así por el personaje protagónico de la novela de Herman Hesse (1919), es el responsable de la historia que inicia en un pueblo remoto, donde dos hermanos encuentran a un hombre infectado a punto de dar luz al mismísimo mal.Cuando optan por deshacerse de este "humano", lo único que consiguen es que el caos se extienda incluso contra ellos mismos. "Hay por ahí algunas cosas fuertes, pero es llevarte de la mano y hundirte cada vez más en la oscuridad, en un drama y una tragedia que van atravesando a todos, es como un viaje al infierno", dice Rugna.Ezequiel Rodríguez, Demián Salomon, Silvina Savater y Luis Ziembrowski encabezan el elenco del largometraje de 99 minutos de duración. Para una de las secuencias más importantes se echó mano de un puppet manejado por cuatro personas que, ante la cámara, parece real. "Al actor se le tomó un molde y se le hizo muñeco, con efectos le dimos más vida; cada uno de los que estaba adentro hacía cosas como el movimiento de respiración, mover la cabeza o un brazo, sacar sangre. Era más complejo que tener un tipo disfrazado", detalla Rugna."Creo que el terror gusta (a la gente) porque nuestros padres buscaban asustar con algo para que como niños no lo hiciéramos. A veces uno recibía historias como el hombre de la bolsa (o el costal) para no salir a la calle y claro, a uno le daba miedo, pero al mismo tiempo una curiosidad tremenda. Y creo esa misma curiosidad es lo que provoca este cine, es el juego de estar con un rol de víctima o victimario", considera."Cuando acecha la maldad" será estrenada en varios países latinoamericanos, además de México. Llega con el antecedente, además de Sitges, de haber competido en certámenes como el Nashville y considerado para premio por círculos de críticos en Indiana, Las Vegas y Phoenix. El gusto del director pampero por el terror inició desde niño. Pero indudablemente algo que lo marcó fue que su padre practicaba la umbanda, religión brasileña que se vincula con muertos, santos, demonios y gente poseída.En reuniones veía a personas que de pronto, aparentemente poseídos por una entidad, comenzaban a hablar otro idioma. "Y desde chico soñaba y jugaba a ser director, quería ser el Stephen King argentino, mis muñecos tenían nombres de actores como Stallone y Schwarzenegger, compraba en la época de Navidad cohetes y guardaba para hacer explosiones y compraba pintura roja para hacer sangre", recuerda Rugna.FS