Olivia Revueltas es un referente en el jazz mexicano de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Por ello, la pianista y compositora fue elegida para recibir el Reconocimiento Tónica dentro del Jalisco Jazz Festival, el día de ayer. Alain Derbez, saxofonista y escritor, ponderó la importancia de la pianista: “No se puede entender la historia del jazz en México sin la presencia de Olivia”.Antes del homenaje dentro del concierto de Alex Mercado en el Conjunto de Artes Escénicas, Olivia platicó sobre su carrera, sus inicios, inspiraciones y las anécdotas que han rodeado su vida. Todo comenzó cerca de los once años, cuando su familia la inscribió en el Conservatorio Nacional para estudiar música clásica. Su vocación jazzística la iba a encontrar en los recorridos de ida y vuelta entre su casa y el instituto, cuando pasando por la Zona Rosa de la Ciudad de México escuchó desde la calle los sonidos del jazz.Esa música “rara” en un principio, para los oídos de quien solo conocía lo clásico, fue reveladora. Por su formación familiar, comentó, distinguió los sonidos como algo revolucionario. Sin embargo, su madre no estuvo contenta con ese acercamiento, por lo que la hicieron dejar la formación musical y la inscribieron en un internado, “una prisión”, recodó.Años más tarde llegaría la libertad, cuando pudo expresarse y explorar el género musical más libre: el jazz. Fue a los 23 años cuando retomó la música, ya de manera autodidacta. Igualmente la influenció la música clásica, de donde aprendió la exposición de escenarios sonoros, paisajes que reflejan el alma de las personas. Pero al encontrarse con compositores como Luigi Nono y Bohuslav Martinu, que retrataron la deshumanización en el pentagrama, Olivia prefirió voltear los oídos a músicos más cálidos, como John Coltrane y sus interpretaciones casi místicas: “El jazz es la música clásica del siglo XX”, concluyó Olivia. Entre sus influencias de los jazzistas estadounidenses, Olivia mencionó a Horace Silver, de cuya elegancia y sencillez al tocar abrevó su estilo. En México, Max Nava y Mario Patrón fueron sus mentores, junto con otros músicos que por desgracia no han recibido el reconocimiento y han caído en el olvido. Para recuperar la memoria, agregó Alain Derbez y Olivia, se está planeando la digitalización de una serie de conciertos sabatinos que tuvieron lugar en La Casa del Lago de la Ciudad de México, durante siete años. Será en colaboración con la Fonoteca Nacional: los carretes están limpios y en buen estado, adelantó la jazzista.Su faceta como compositora es una derivación más de la interpretación del jazz, con la consigna de que la improvisación es composición. Para Revueltas, sentarse al piano a improvisar es hablar lo que se siente a través de la música: “Es ir y sentarse al piano y pedir permiso al universo”.El jazz y su improvisación, agregó, es también una formación ética, pues fomenta el “diálogo” y la interacción a través de la música: “cada músico debe expresarse con los solos democráticamente, apoyado por los otros músicos que después llevarán la voz principal, aunque también hay egos. La norma es el crecimiento y ennoblecimiento de quienes tocan y los que escuchan”.Olivia recordó también el ambiente machista que se vivía en el medio musical cuando comenzó su carrera, donde tuvo que abrirse un lugar “a punta de trancazos”, comentó. Muchas cosas han cambiado en la escena del jazz nacional desde que dejó el país, a finales de los ochenta. Algo que Olivia celebra es la existencia de Fundación Tónica, “son unos héroes”, comentó por su labor social al promocionar la música en zonas marginadas.Olivia desarrolló la primera parte de su carrera en México, pero una circunstancia la hizo salir del país. La rutina de solicitar el pago al gobierno por un concierto que dio, la hizo pasar frente a una manifestación de indígenas; algunos en huelga de hambre, con evidentes signos de deterioro en su salud.Revueltas notó que nada de eso se decía en la prensa, así que decidió unirse a la causa. Al comenzar ella misma la huelga de hambre, varios medios acudieron. En contraparte, sus presentaciones mensuales en la UAM, el Politécnico y la UNAM fueron canceladas, sin explicación. Además de coartar sus ingresos, el clima político le era adverso, por ello escogió un 2 de octubre para salir del país hacia Estados Unidos, donde vivió 25 años.Su compromiso social le viene de familia, al ser hija del escritor José Revueltas, quien le dejó una herencia moral y de honradez. En el país vecino no tuvo problemas para continuar su carrera: “Si eres mexicano vences todo. Si ya lo hiciste en México en cualquier país se puede”, afirmó, recordando las palabras de Guillermo del Toro: “Porque soy mexicano”.