Reflejar la migración y sus diferentes contextos no es algo que se tome a la ligera y eso lo sabe muy bien el cineasta nicaragüense Gabriel Serra, quien con el debut de su primer largometraje “El mito blanco” —en competencia en el FICG en la categoría de Largometraje Documental Iberoamericano—, explora desde el formato documental las diversas identidades, colores y hasta sabores que han forjado a parte de la cultura de Costa Rica a través de comunidades extranjeras que han llegado al país caribeño en busca de mejores oportunidades.Tras montarse en el tren que atraviesa sitios emblemáticos de la capital costarricense y enfrentar el contraste entre una urbe modernizada y las zonas marginadas, Gabriel recuerda que durante dos años entabló un acercamiento personal hacia La Carpio y Sabalito, por ejemplo, comunidades de Costa Rica que han significado un refugio para nicaragüenses, panameños y afroantillanos migrantes, que han topado con los prejuicios raciales, sociopolíticos y culturales de un país en donde existe el mito de que la mayoría de la población costarricense es blanca.“Traté de ser lo más respetuoso, quería hacer una película que desde la intimidad se hablara de algo político, me interesaba que estas comunidades pudieran confiar en mí, que me dejaran entrar en sus vidas y hogares”, señala en entrevista.De esta forma, Gabriel desmenuza la historia y estilo de vida de Milagros, madre soltera nicaragüense; Emerita Bejarano, originaria de Ngäbe (Panamá), y Janis Howlet, afroantillano que vive en un pueblo abandonado a las orillas del tren, y que ante la mirada del fotógrafo Odei Zabaleta, abren sus recuerdos y presentes en un vaivén de blancos y negros.“‘El mito blanco’ nace a finales de 1800 y este mito construye a un país a partir de la idea de ser blancos, esto ha permanecido. La decisión de mostrar estas historias en blanco y negro fue porque estamos hablando de un retrato contemporáneo, pero que tiene que ver con una condición del pasado. También fue para homogeneizar, que no hubiera diferencia entre razas y pieles”.Aunque la experiencia que Gabriel Serra tiene en el documental no es nuevo, pues su corto “La Parka” estuvo nominado en los Premios Oscar, el cineasta nicaragüense recuerda los retos que enfrentó al apostar por una temática política y cultural a través del largometraje, experiencia que le brindó la posibilidad de explorar una nueva visión gráfica y narrativa: “Son proyectos distintos, de alguna manera me marcó ‘La Parka’ en mi trabajo, en mi estilo, en la manera de contar, en mi narrativa, pero también en la ambición, porque después de que la gente vio un trabajo tan movido, también está la expectativa de que regreses con un nuevo trabajo importante”.Gabriel Serra resalta la sensibilidad con la migración debe abordarse desde el cine y en particular en el documental, pues el cineasta destaca que uno de los retos es despojarse de las propias experiencias personales que él ha vivido también como migrante y que lo ha llevado a tener diferentes contextos tanto en Nicaragua, Costa Rica y México, en donde se graduó del Centro de Capacitación Cinematográfica de México: “La idea de que seamos latinoamericanos, blancos, indígenas, morenos, es que se nos pueda respetar nuestros derechos sin importar de donde seamos, que podamos entender que al final muchos somos pueblos hermanos”.AgéndaloProyecciones de “El mito blanco”: hoy a las 19:00 horas en la Sala 04 de la Cineteca FICG; el 23 de noviembre, 18:50 horas, en Cinemex Sania y 24 de noviembre, 19:20 horas, en Cinemex Sania.