Con el fin de establecer herramientas que ayuden a erradicar la violencia que se vive en las producciones con condiciones de poder, presiones, discriminación por género y acoso sexual, durante la tercera jornada de actividades del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), comenzó el foro “Las mujeres en el cine y la industria audiovisual” para analizar y reflexionar sobre los avances y desafíos para establecer protocolos que garanticen acciones concretas ante situaciones violentas y explorar las responsabilidades que tienen tanto la industria cinematográfica e instituciones ante una denuncia y saber qué hacer de manera oportuna y sin riesgos para las víctimas y denunciantes.Durante la primera mesa “Mirada a la violencia de género: avances y perspectivas en las prácticas de la industria”, cineastas como Erika Ávila, productora, guionista y maestra; Abril Alzaga, directora ejecutiva del Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM) y Leticia Huijara, actriz y presidenta de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), así como la especialista en violencia de género como Érika Loyo, titular de la Unidad para la Igualdad de la Universidad de Guadalajara, ahondaron sobre cómo se ha avanzado luego de que en 2018, durante la ceremonia del Premio Ariel, productoras, cineastas y actrices evidenciaron y denunciaron su hartazgo ante espacios y vínculos laborales no seguros para las mujeres en el cine, y sobre todo la urgencia de unir experiencias y acciones para hablar públicamente de que histórica y sistemáticamente se ha callado por miedo.Leticia Huijara, ahondó en las responsabilidades y retos que enfrenta la AMACC para establecer protocolos eficientes y que realmente se enfoquen en atender situaciones violencias, que no solo se activen o se lleven a la discusión pública por emergencias, al recalcar que estas “reflexiones llegaron para quedarse” y que estos temas dejen de ser percibidos de que son “cosas” de mujeres, sino de una colectividad de interés social para todos.“El planteamiento desde la Academia es tener una especie de cátedra permanente que esté reflexionando y discutiendo sobre estos temas, que veamos también avances, porque, de pronto pareciera, que nos quedamos estacionados en cuál es la problemática, que es enorme, dolorosísima. Plantear de qué manera todas estas iniciativas están dando frutos”, señaló la presidenta de AMACC al reconocer cómo desde las escuelas de cine ya se trabajan pensamientos y discursos más enfocados a la paridad y cómo distinguir, hablar y afrontar la violencia, además de seguir impulsando y priorizar la urgencia de desnormalizar la violencia, transformar políticas públicas y protocolos de atención a la violencia que, por cuestiones jurídicas, llegan a estancarse o no consolidarse.Erika Loyo explicó cómo desde su experiencia al dirigir la Unidad para la Igualdad de la Universidad de Guadalajara y en su paso por otras instituciones, tiene una visión clara sobre cómo las instituciones públicas y privadas normalizan la violencia y la reflejan en sus reglas y formas de actuar ante denuncias, hasta convertir esa violencia cotidiana en violencia institucional, por ello la urgencia de establecer protocolos de prevención y acción.“¿Qué son los protocolos? De pronto, la misma palabra se mitifica y eso es importante entenderlo. Son una serie de pasos que permiten enfrentar institucionalmente, normativamente, todas las formas de violencia que solamente están concentradas en el acoso y hostigamiento sexual”, subrayó la resaltar que en estos procesos de creación debe ponderar también la voluntad política y entenderse como un proceso transformador, por lo que en los protocolos es importante también establecer sanciones, responsabilidad, cómo se identifican conductas, los niveles de riesgos, cómo proteger y ayudar a quienes denuncian y brindar nuevos procesos reeducativos.La productora Érika Ávila, enfatizó cómo históricamente la violencia ha estado presente en los espacios laborales y relató situaciones que han sobrevivido ante la normalización de bromas y gestos físicos de acoso sexual, compartiendo, por ejemplo, cómo desde su postura considera que la violencia puede entenderse, quizá, con el cáncer de mama y lo que implica, por presión social, para quien lo padece.“La violencia de género la conocíamos solo cuando era algo muy cercano, en donde podías ver a alguien que estaba ocultando esa violencia, porque finalmente, no era externada. Creo que es momento de que las mujeres que lo han podido superar, que lo han vivido, que tienen la enorme suerte de estar vivas, se quiten esa peluca y empiezan a llevar ese pañuelo morado o nada en la cabeza, para hacer que a otras mujeres no les pase”.AC