Detrás de ella están títulos como “La piel que habito” y “Los abrazos rotos”. Ella es Esther García Rodríguez (1956), una de las productoras más influyentes del Séptimo Arte. Ha producido 90 películas y numerosas series de televisión; además, ha sido reconocida con seis premios Goya. Eso sí, el camino no ha sido nada sencillo, y en entrevista nos habla de los retos que superó para ubicarse como uno de los máximos referentes de la cinematografía, con una trayectoria que hoy le será reconocida durante la clausura del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, cuando reciba el Mayahuel Iberoamericano.—¿Cómo te involucraste en el cine?—Llegué a esta profesión por casualidad, yo quería ser maestra, pero uno de mis amigos, Juan José Cerrato, allá por el año de 1974, estaba trabajando en la productora de José Frade, como regidor. Por aquel entonces había que presentar ante el sindicato, previo al inicio de todo rodaje, los contratos de los técnicos en un formato endemoniado; para hacer ese trabajo me llamaron. En ese entonces yo era una chica inquieta, con ganas de comerse al mundo y ganar un poco de dinero para pagar mis estudios.Cuando terminé ese trabajo, que me acercó por primera vez a un rodaje, me quedé fascinada y supe que eso era lo que yo quería hacer. Trabajé con mucho ahínco y tuve la suerte de que las personas con las que fui compartiendo la experiencia me llamaron para hacer otras películas, ese es el camino que he ido recorriendo hasta llegar aquí.—¿Cómo es ser mujer en la industria del cine, un mundo en el que la mayoría son hombres?—Todos sabemos que en la mayor parte de nuestro planeta ser mujer implica más problemas que ser hombre y hablo desde una posición de absoluto privilegio, comparado con las mujeres de otros lugares del mundo.No es distinto en la industria del cine, nuestra industria es un fiel reflejo de la sociedad y tal y como ocurre en otros sectores, somos menos mujeres al frente; pero en este momento hay una enorme transformación y las mujeres estamos decididas a ocupar los puestos que nos corresponden; somos más del 50% de la población y tenemos las mismas capacidades y la misma formación que cualquiera de nuestros compañeros. Merecemos tener los mismos derechos.—¿Cuáles son los criterios para elegir cada proyecto en el que trabajas?—Solo hay un criterio: la calidad. Buscamos de manera incansable proyectos que nos sean afines, que cuenten algo que trascienda, que sean auténticos.—En 2018 te entregaron el Premio Nacional de Cine; de hecho, fue la primera ocasión que se lo otorgaron a una mujer, ¿qué significó para tu carrera haberlo recibido?—Cuando el ministro de cultura José Guirao me llamó para contármelo, no entendía cómo había sucedido; es un premio al que no te postulas, simplemente te lo dan y significa un enorme honor. Así que concluí que era un reconocimiento para todas las personas que trabajamos en puestos de poca visibilidad y también un reconocimiento al trabajo de las mujeres, que mostraría a las más jóvenes que este trabajo existe y que se puede hacer.—Tras 30 años de carrera, ¿qué barreras tuviste que derribar para hacerte de un nombre?—Entiendo que he derribado la barrera de la desconfianza, tradicionalmente los puestos de mando en la producción han sido ocupados por hombres y las mujeres estamos perfectamente dotadas para mandar y para administrar. La barrera de las formas para ejercer esta profesión con ‘mano de hierro en guante de terciopelo’ ha sido uno de mis lemas de trabajo; así como escuchar y tratar de cumplir los sueños de las y los directores.—¿Qué consejo le darías a las mujeres que están interesadas en hacer una carrera como productoras de cine?—Que se formen todo lo que puedan y que se acerquen a esta profesión sin complejos, con la certeza de que lo conseguirán. Creo que empezar desde abajo, aprendiendo los diferentes oficios y ascender poco a poco da, al menos a mí me lo dio, confianza y seguridad.—¿Cuál es tu siguiente proyecto?—Rodaremos con Isabel Coixet (“La librería”) a finales de este año.Un tema vigente en los últimos años es la forma en la que el público consume cine hoy en día, cuestión que no les es indiferente a Esther García: “El cine ha evolucionado al igual que la vida; ha cambiado mucho la técnica, hemos pasado de lo analógico a lo digital, las jerarquías dentro de la estructura de mando son menos rígidas, pero lo que más se ha modificado es la manera de consumir cine. Creo que hay dos hitos que han transformado nuestros hábitos: el hecho de llevar las salas de cine a los centros comerciales y sacarlas del corazón de las ciudades, ha provocado que la gente tenga que desplazarse para ver películas en días específicos, como los fines de semana. Antes, los cines de barrio, los del centro de las ciudades, invitaban en cada momento a entrar”.“Otro hecho que ha modificado nuestro consumo es la posibilidad de ver en cualquier lugar y en cualquier pantalla aquello que está a disposición del espectador. Hay miles de cinéfilos que están eligiendo ver las películas en streaming, ellos ya no pasan por la experiencia de ver la obra en una sala oscura con otras personas, concentrados exclusivamente en lo que la gran pantalla muestra. Ese momento mágico, esa experiencia colectiva ha dejado de ser interesante para muchos que prefieren ver películas mientras hacen otras cosas; sobre todo, mientras están conectados... hiperconectados diría yo. Ojalá supiera cómo devolver al espectador la capacidad de disfrutar del momento mágico de ver una película a oscuras, en silencio y concentrado en cada momento. Yo recomendaría a todo el mundo esa experiencia”.