Este jueves 11 de julio se estrena en salas de cine el documental de la directora mexicana Sumie García Hirata, “Yurei” (“Fantasmas”), el cual sigue la huella de la población japonesa en distintos lugares de México como Tapachula, Ensenada, Temixco, Perote y la Ciudad de México, a través de los relatos de mexicanos de ascendencia nipona que narran cómo sus abuelos se establecieron en el país en distintos contextos tanto de violencia como de discriminación, pero también recordando importantes anécdotas sobre la trascendencia, la nostalgia, el amor y las raíces.Este documental es un viaje sensorial lleno de analogías donde también la danza juega un papel importante durante su narrativa donde se pueden ver distintas disciplinas como el teatro Noah y el Butoh. Además, de manera personal, la directora también va construyendo la historia de sus raíces: “Me gusta pensar que todo esto es un viaje sensorial. Por partes, podemos decir que en cuanto a la simbología del mar, una persona durante las entrevista hablaba de que justo el mar es este espacio sin fronteras, que es uno de los temas de la película, la cual trata sobre la migración japonesa a México antes de la Segunda Guerra Mundial y también un poco los lazos emotivos físicos del paisaje que podemos ver entre México y Japón”, comparte en entrevista con EL INFORMADOR.Para reunir a los personajes que narran sus historias en este filme, se hicieron mesas de trabajo con gente que quisiera contar sus testimonios y a partir de ahí el equipo del filme realizó una selección: “Tuvimos la fortuna de que la investigadora de la cinta, Dahil Melgar Tísoc, quien es investigadora y curadora del Museo Nacional de las Culturas del Mundo en la Ciudad de México y su especialidad son Migraciones japonesas a Latinoamérica, tiene un trabajo impresionante de campo y de estudio, así que con ella comenzamos a convocar personas que ya conocía y a partir de esas mesas de trabajo que se hicieron en Tapachula y en Ensenada, llegamos a conocer a muchas personas”.La directora refiere que fueron reuniones muy emotivas: “Al final conocimos a muchas personas que no están dentro de la película, pero que fueron muy amables de contarnos sus vivencias y memorias muy personales. Y eso creo que le dio mucha forma y corazón para tratar de retratar a esta comunidad desde varios frentes, además de tener una voz más comunal que individual. A través de la película podrán ver que no vemos los rostros de las personas, sino hasta cierto punto y esto fue por evocar la colectividad y lo que es el fantasma, que es lo que significa la película, donde también se aborda el pasado que no se cuenta”.Sobre por qué no se conoce tanto de la migración japonesa en México, externa la directora que esto tiene más que ver en la manera en la que nuestro país se ha formado como Estado Nación. “Creo que tenemos una idea muy homogénea de lo que es México y lo que representa. Y creo que la película en parte tiene como función visibilizar que México está compuesto por muchas otras diásporas y muchos otros componentes que están invisibilizados y que no necesariamente son porque las comunidades (japonesas) sean sigilosas, sino porque la historia de México no ha tomado mucho en cuenta a esas comunidades, que si bien algunas eran un poco más aisladas, lo que vi y lo que hemos estudiado, es que eran comunidades muy integradas con sus vecinos, tenían relaciones muy buenas con sus pueblos, son ciudadanos que se involucran con las comunidades”.Cabe señalar que este documental sirve como espejo para que los mexicanos se miren a sí mismos y se den cuenta que también suelen ser sociedades que discriminan a quienes emigran hacia este país. La historia velada de los mexicanos japoneses y el impacto perdurable del silencio histórico en sus descendientes se retrata a través de testimonios íntimos y una exploración del paisaje y coreografía; cuestionando la formación y teatralidad de la identidad individual y colectiva. Cuando todo lo que queda de la historia son recuerdos vagos, ¿cómo se curan las heridas invisibles?A través de una estructura de cinco capítulos, el documental transita diferentes zonas de México, de frontera sur a frontera norte, pasando por Temixco, Perote y la Ciudad de México. Así mismo, la película dibuja una progresión de la danza y el propio formato documental. Los capítulos avanzan a través de la rigidez del teatro Noh japonés, el Butoh y una danza personal; así como transitan de un formato documental tradicional a una exploración íntima y sensorial. Su trabajo como artista visual y cineasta ha sido expuesto en más de 15 países. Forma parte del Sistema Nacional de Creadores del Arte (SNCA, FONCA) desde el año 2022. Ha sido receptora de la beca Jóvenes Creadores del FONCA en dos ocasiones. Su trabajo de fotografía intervenida ha participado en exposiciones individuales y colectivas a nivel nacional e internacional. Su largometraje documental “Yurei” (“Fantasmas”) fue ganador de la Mención Honorífica del premio José Rovirosa de la UNAM y ha participado en el FIC Morelia y FICUNAM 2024, donde fue ganador del premio TV UNAM. Su nuevo proyecto cinematográfico, “Mapas Para Después de la Verdad”, se encuentra en desarrollo. CT