Kevin Costner volvió a enfundarse las botas de cowboy ayer en Cannes con “Horizon”, mientras que el cineasta ruso exiliado Kirill Serebrennikov revisitaba los fantasmas de su país con “Limónov”, la biografía de un polémico escritor y activista.Para rodar “Horizon”, primer episodio de una saga wéstern, Costner (“Bailando con lobos”) tuvo que hipotecar su casa.“Ha sido una odisea, como la propia película. La gente me decía: ‘nadie hace dos películas Kevin, ¿porqué quieres hacer cuatro?’”, explicó el actor y director de 69 años.Con Sienna Miller y Sam Worthington en los roles principales, la película es un cruce de historias de colonos y colonizados, de blancos e indígenas en un Oeste violento y dramático. Hacía dos décadas que Costner no pisaba Cannes. “Horizon” no concursa por la Palma de Oro, una competición que ayer cruzó el ecuador (11 estrenos de 22) con un claro favorito en las apuestas, el drama musical “Emilia Pérez” que narra la improbable historia de un narcotraficante que quiere cambiar de sexo.El 77º Festival de Cannes había adoptado un tono algo sombrío desde el principio, con películas de denuncia social (”Diamant Brut”, “Bird”) o gélidas (”Kinds of kindness”) antes de la explosión de música, color y kistch de “Emilia Pérez”, con la actriz trans española Karla Sofía Gascón, de 52 años.“He tenido una vida un poco extraña. Y me quedaban cositas por hacer. Y una de estas es esto, estar aquí”, explicó la actriz en entrevista.“Creo que es muy bonito ser un ejemplo. Un ejemplo de que los sueños se cumplen” añadió.Serebrennikov es un cineasta habitual de Cannes, y esta vez opta por adaptar un gran éxito de ventas literario en Francia y el mundo entero, “Limónov” de Emmanuel Carrère, publicado en 2010.Eduard Limónov tuvo una vida extravagante: fue ladronzuelo en Járkov (Ucrania), donde nació, poeta maldito en Moscú, exiliado errante en Nueva York, escritor conocido en París, mercenario en los Balcanes y finalmente de nuevo en Moscú, esta vez como jefe de un grupúsculo ultranacionalista enemigo de Vladimir Putin.Murió a los 77 años en 2020, después de acceder a la celebridad mundial que anhelaba gracias al libro de Carrère.Serebrennikov reconoce por su parte que hay algo de su “autorretrato” en esta película a concurso por la Palma de Oro, interpretada por el británico Ben Whishaw.“Limónov” muestra a un personaje torturado, con ansias de éxito y confusas ideas políticas, un espejo del cataclismo que sufrió Rusia con la caída del comunismo en 1989.Serebrennikov utiliza en sus películas sus grandes conocimientos teatrales para construir todo un relato entre realidad y ficción. No duda en mostrar el reverso de los decorados, en hacer saltar los personajes de un plató a otro, de una época a otra, con largos planos secuencia.En los años 2010 Serebrennikov era uno de los artistas rusos más audaces de su generación, pero luego sus posiciones en favor de la comunidad LGTB provocaron su arresto domiciliario en 2017.La sentencia cayó en pleno rodaje de “Leto”, un deslumbrante retrato de la vanguardia artística de San Petersburgo, presentado en Cannes en 2018.En junio de 2020 es condenado por desvío de fondos a tres años de cárcel en suspenso.A causa de ello, un año después no pudo viajar a Cannes para presentar “La fiebre de Petrov”.Se desquita al año siguiente con “La mujer de Chaikovski”, un retrato del genio de la música clásica a través de su esposa. Desde entonces, está en exilio.Ayer, la otra cinta a concurso proyectada fue “The Substance”, de la francesa Coralie Fargeat, una película de terror con Demi Moore.Y el veterano director estadounidense Oliver Stone, aficionado a retratar mediante documentales a caudillos latinoamericanos como Fidel Castro y Hugo Chávez, presentó fuera de concurso su más reciente retrato fílmico, “Lula”.El estreno se convirtió en un acto de adhesión al mandatario brasileño, con vivas y aplausos en la sala.AFP La industria del cine argentino se manifestó ayer en el Festival de Cannes contra las políticas del Gobierno del presidente ultraderechista Javier Milei, que con sus recortes a la cultura promueve “hambre, ignorancia e intolerancia”, según expresaron decenas de sus profesionales en un manifiesto.“Es muy probable que los festivales de cine de los próximos años tengan poquísima o nula representación argentina”, advirtieron directores, actores, productores y otros trabajadores del cine, que posaron tras una bandera del país con la leyenda “Cine argentino unido”.“Esto no nos hace más libres ni más ricos, muy por el contrario, profundiza el rumbo marcado por el presidente Milei: hambre, ignorancia e intolerancia”, recalcaron en el manifiesto, leído en español por los actores María Alché y Lorenzo Ferro desde la playa de la Quincena de Cineastas, una de las secciones paralelas del Festival de Cannes.Los profesionales cinematográficos recordaron que, en esta edición del certamen de la Costa Azul francesa, hay en total siete películas participando en las distintas secciones, y que eso significa que el séptimo arte del país austral circulará por el mundo entero.Esa presencia, recalcaron, “sólo es posible gracias al respaldo de políticas cinematográficas que durante años fomentaron activamente nuestra industria audiovisual, prolífica y reconocida a nivel mundial”.“Sin embargo, actualmente nos enfrentamos a una parálisis absoluta. El Gobierno ha emprendido una cruzada contra la cultura, la ciencia y la educación”, sostuvieron, y enfatizaron que esas medidas no son una cuestión “meramente económica”, dada la “mínima importancia” que los recortes tienen realmente en las finanzas públicas, sino que se trata “de un ataque ideológico”.Para ellos, el actual Gobierno “parece regocijarse en desmantelar las industrias culturales, privando a Argentina de su identidad y atacando una fuente de empleo vital para decenas de miles de familias”.Al igual que con el cine, indicaron que también ocurre en otros ámbitos, como la universidad pública.“Esto no es una coincidencia -argumentaron-, sino parte de la agenda de un gobierno antinacional que intenta promocionar como libertad la destrucción de nuestra memoria, nuestra tradición y nuestra soberanía cultural”.EFE ¿Existe el amor que nos venden las fotos de bodas? ¿Qué hay detrás y qué pasó después de esa puesta en escena? Elena López Riera se sumerge en ese mar de preguntas en su corto “Las novias del Sur”, estrenado ayer en Cannes, donde interroga a mujeres mayores que ella sobre su paso por el altar.“He tenido siempre una obsesión con la imaginería del matrimonio, de la boda, supongo que porque es una manera muy concreta de cristalizar este relato del amor romántico que nos han contado y sobre el que se ha constituido la sociedad contemporánea, por lo menos la que yo he conocido”, explica la también directora de “El agua”, en una entrevista.En “Las novias del Sur”, que fue seleccionado para proyectarse fuera de competición en una sesión especial de cortometrajes y mediometrajes de la Semana de la Crítica, López Riera conversa con mujeres sobre sus bodas, sus novios, sus noches de boda y también sobre la vida que siguió a aquel ritual que a ella la fascina.En especial, a la realizadora nacida en Orihuela la interpelan las fotos de bodas, como la de su propia madre.“Cuando empecé a pedir material de archivo, más allá de mi obsesión personal con la foto de mi madre y con otras fotos que había visto, me di cuenta de que todas las mujeres de esa generación tenían el mismo gesto. Y a mí hay algo que me obsesiona mucho de la gestualidad, porque hay una parte consciente y hay una parte muy inconsciente”, razona.Fue “muy fuerte”, opina, el hecho de poner todos sus archivos juntos y darse cuenta “de que es una y otra vez la misma cara repetida”. “Tienen algo, para mí por lo menos, inquietante -dice-, que no saben muy bien si es un sentimiento de alegría, de miedo o de pena”. López Riera también explica en la obra que ella ha llegado a este punto de su vida -tiene 42 años- sin haber pasado por el ritual de la boda y sin haber tenido hijos. Por ello se pregunta, como narradora, qué significa que ella interrumpa un ritual por el que han pasado tantas generaciones de mujeres hasta ella.“Creo que hay pocos sentimientos o ideas que hayan marcado tanto una sociedad como la del amor romántico, sobre la que se construye mucha parte, de mucho peso, del patriarcado y del lugar que han ocupado las mujeres a lo largo de la historia reciente”, detalla.“Utilizando como pretexto este relato, se han cometido muchos crímenes. Y se siguen cometiendo muchos crímenes”, agrega, ya que al final ha contribuido a situar a la mujer en un “lugar de opresión”, en el que “todo hay que soportarlo, porque el amor lo puede todo”.Detrás de esas fotos de boda, las mujeres entrevistadas por López Riera -una de ellas supera incluso el centenario de edad- desvelan historias que, normalmente, poco tienen que ver con el mito de la historia de amor de las películas.Las hay que fracasaron a la primera para encontrar después verdaderos romances, las hay que admiten que nunca disfrutaron realmente del sexo y las hay que encontraron rechazo en el novio esa primera noche de casados, al descubrir que su esposa no llegaba virgen al lecho nupcial.Son mujeres que López Riera seleccionó simplemente a través de una pregunta, la de si les importaría compartir detalles de su intimidad.Las encontró entre la gente de su pueblo, entre amigas y colaboradoras y también entre las participantes no seleccionadas del casting de la película de Laura Ferrés “La imagen permanente”.Las primeras notas para lo que acabó siendo este proyecto se remontan a hace dos décadas, cuando la directora estaba aún en la universidad. Y cuando se puso a rodar tampoco tenía claro en qué cristalizaría aquella búsqueda tan personal.Terminó por tomar forma de mediometraje de 40 minutos y la Semana de la Crítica (una de las secciones paralelas del Festival de Cannes), que le seguía la pista, la contactó para pedirle que participara en su edición 63.No en vano esta cinematográfica villa de la Costa Azul francesa ha sido un trampolín para López Riera desde el comienzo de su carrera.EFE CT