El músico, compositor, productor y escritor Carlos Avilez no es solamente conocido por sus andanzas en la mítica banda de rock tapatía Cuca, o su participación en el legendario grupo metalero de Khafra; a eso se suman sus colaboraciones con numerosos artistas de toda índole, proyectos escénicos, libros y proyectos propios como La Orquesta Única o los libros-discos que ha publicado, como “Si el infierno existiera”, de Avilez & Extraños (Rhythm & Books, 2013) o el fascinante “México profundo” (Rhythm & Books/ Conaculta, 2016), lo que ya de por sí valdría para preguntarle muchas cosas pues, como oyente atento de la época, conoce (y aprecia) diferentes géneros y tendencias.En este ámbito, y aunque se diga “no conocedor” del tema, el también cantante habla con EL INFORMADOR acerca del fenómeno actual que significan los corridos “tumbados” y subsecuentes derivaciones; su opinión, sin embargo, es que “la música es siempre un reflejo de lo que vivimos socialmente, lo he dicho antes, y no ocurre a la inversa. No es que la sociedad se modifique por la música que escuche, sino que la música va transformándose de acuerdo con cómo va cambiando la sociedad”.En cuanto a los jóvenes músicos que encabezan este “boom” de corridos, dice el compositor, “creo que estos morros asimilan mucho su entorno y hacen este tipo de canciones. Si hablamos de influencias, ya es otra cosa, igual que la lírica, porque cada era tiene sus propias cosas. Imagino no viene de donde mismo lo que han adoptado musicalmente aquello de donde provienen las letras de sus canciones”. Con todo, el corrido es un género musical con una larga tradición en el país, y estos jóvenes artistas parecen haberse nutrido de ella; en palabras de Avilez, “el corrido sigue siendo lo que es y los ‘tumbados’ y ‘belicosos’ -así llamados ahora- serían subgéneros, o tendencias. El corrido es considerado un género tanto musical como literario; contaba las tragedias o hazañas (heroicas o incluso inverosímiles) de personajes, había biográficos, de caballos, de la revolución; en fin, siempre ha estado apegado a la anécdota o el personaje. Y lo sigue siendo”.Con todo, detalla el músico y compositor, “ahora, con la supremacía del narco en los terrenos del poder, también ha hecho surgir el narco-corrido. Y se ha hecho toda la vida, la violencia se ha cantado desde antes. Tanto el corrido original, desde el que toma anécdotas de la vida real hasta el que recrea una ficción, siempre tuvo la intención de narrar, contar lo que sucede a un personaje (sea Rosita Alvírez o Agustín Jaime)”.Eso continúa, pero indica Avilez, “la sociedad ha cambiado, y en términos históricos el corrido va evolucionando de acuerdo con los cambios sociales. Culturalmente, es un pequeño registro histórico en el que uno constata sus cambios; si revisamos la década de los 70, ahí se popularizaron corridos de narcos, con ‘Contrabando y traición’ de Los Tigres del Norte, vamos, no es algo nuevo, pero al estar ahora en una era digital todo es mucho más sencillo, se dispersan más los temas, surgen nuevas tendencias que son síntomas de una época, es decir, Peso Pluma no es superior a Los Tigres del Norte, más bien está en su lugar y tiempo adecuado, aprovechando las circunstancias actuales, cuando el acceso a la música es más sencillo”. Estas circunstancias actuales determinan los formatos musicales para estos corridos novedosos, algo que comenta el compositor y arreglista, “viene como anillo al dedo en esta era que vivimos ahora; no es raro que los géneros se mezclen y nazcan subgéneros de la combinación. Es como cuando la salsa neoyorquina incluyó todos los ritmos cubanos y dejaron de ser guaguancó, son y demás, para convertirse en ‘salsa’; pero fue tendencia y la tradición se mantiene, o al menos eso creemos, que seguirá”.El corrido tumbado es, finalmente, un corrido, uno nuevo que, prosigue Avilez, “incorpora elementos nuevos; pero tampoco es tan novedoso, pues el norteño banda tiene casi 25 años sonando. Ahora, si hablamos de la lírica, el hecho de cantar o destacar en la lírica al crimen organizado es, después de todo, una decisión personal; de igual forma, se trata de promover algo. Lo que sorprende es la enorme popularidad, pero veremos más adelante hacia dónde va todo esto; si siguen cantando lo mismo y qué tanto lo cuidan al artista. No queda sino observar”. En una era donde parecen haberse “parcelizado” las compañías que nacen al par de los artistas y hacen su hogar en las plataformas, todo semeja una evidencia de que, como establece el bajista de Cuca, “ya se dio el paso y no se vende más la música como objeto, esto es, en disco o cinta, lo que incluía elementos de arte, fotografía y diseño en el concepto. Eso pasó a ser un servicio; uno contrata y paga mensualmente a la plataforma (sea la que sea), ya el objeto no existe, ahora es intangible y aunque descargue uno un MP3 y lo tenga en el teléfono o la compu, sigue sin ser objeto material”.Y en esta circunstancia, prosigue Avilez, “se cuenta con una enorme cantidad de música, lo bueno y lo malo; bueno si sabes navegar y puedes elegir aquello que deseas escuchar, malo porque si antes nos imponían temas por la radio ahora lo hacen con el teléfono. La idea, parece ser, es que la música sea cada vez más fácil de asimilar: que entre rápido, incluso cambiando la estructura, ya abriendo con el coro (antes primero había dos estrofas). Todo es ahora una gran urgencia por consumir”.Antes, recuerda el músico, “los discos implicaban el desarrollo de un concepto, sobre todo en el rock; pensemos, por ejemplo, en ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’ (1967); ahora regresamos al sencillo, se trata de estrenar un tema cada tres meses y no se sube un disco completo porque la gente ya no lo escucha. Todo ha cambiado y, para bien o para mal, así ha evolucionado la música. Lo bueno es que hay mucho para escoger”. CT