“Ilógicos” es como Mariano Roger, describe a Babasónicos, agrupación de la que es parte y con la que junto a sus demás compañeros ha buscado incansablemente no repetir las fórmulas de su éxito, pues asegura en entrevista: “somos una banda que no está cómoda tocando sus clásicos”.“Más que subversivos somos más ilógicos (...) somos buscadores y los buscadores se van desafiando a hacer cosas nuevas. Cada vez es más difícil, este es nuestro disco número 13, son muchos años de hacer discos y es muy difícil no recorrer el mismo camino”, cuenta Roger en su reciente visita por México.Acostumbrados a hacer discos en periodos de tiempo de tres a cuatro meses, la pandemia los llevó a hacer “Trinchera”, un disco sin prisas que les tomó hacerlo un año y medio y que guarda los detalles en cada sonido que lo conforma.“(El tiempo) nos hizo poder estar más atentos a los detalles, a veces es bueno y otras no tanto, pero en este caso nos ayudó a tener un cuidado detallado de las pequeñas cosas del disco y nos posibilitó elegir las mejores y las canciones más representativas del disco de 11 canciones”, menciona Mariano.Los temas que quedaron fuera de esa curada selección, probablemente sean develados el resto del año, pues considera casi imposible que puedan regresar al estudio a hacer más música debido al tiempo que les llevará la promoción del álbum y las presentaciones que les esperan.Pulso humano y electrónicoFormulado en dos extremos, uno que se escucha en la canción “La izquierda de la noche”, con tono reflexivo, y otro que presentan en “Bye bye”, con ánimos más bailables, “Trinchera” muestra sonidos más unificados a diferencia de la diversidad musical de trabajos pasados.“Tiene un registro más parejo en cuanto a los sonidos, no es tan ecléctico tal vez como discos nuestros anteriores que iban de temas más tecno a rockeros y luego suaves. Buscamos el efecto de que tuviera un hilo de conducción en cuanto al audio”, asegura Mariano.En su afán de no repetirse, Babasónicos ha optado por explorar los nuevos instrumentos que surgen de forma computarizada haciendo un balance entre “el pulso humano”, con el “pulso electrónico”, pero siempre atentos a la psicodelia y las reacciones que la música puede tener en quien la escucha.“Tratamos de integrar esos dos mundos, tal vez existe un pulso más tecno y electrónico (en la música), pero arriba de ese pulso hay uno más humano, un bajo pulsado, una guitarra tocada, una voz natural o tratada, tratamos de amalgamar esas dos cosas”, dice Roger.El haberse centrado en esta tecnología musical, también ha hecho que a la banda también conformada por Adrián Dárgelos, Diego Rodríguez, Diego Tuñón y Diego Castellano, se le dificulte más retomar en vivo sus éxitos.“Nos cuesta más trabajo tocar en esta época la música que hicimos diez años atrás, éramos una banda más orgánica con música de corte más humano y no descarto que en un futuro podamos volver a tocarlo, pero ahora nos divierte esto”, analiza el guitarrista.La agrupación formada en 1991 se ha caracterizado por su carácter subversivo, sus temáticas sociales y la crítica hacia el mundo capitalista en su música.En este disco esos temas de alguna forma siguen rondando sus letras y responden a la actualidad y la complejidad de los tiempos en los que se hizo el disco, como la pandemia, la guerra, que son imposibles de ignorar.“Tal vez en épocas más suaves y leves uno puede hablar de cosas más superficiales, pero me parece que el disco tiene una carga bastante fuerte sobre las relaciones entre los humanos y de ciertas paradojas de la época que nos toca vivir a todos”, menciona.Mariano asegura que se siente de vuelta a la normalidad después los años de pandemia y comenta que si siguen tocando en vivo es porque su creatividad para hacer música sigue existiendo.“Somos una banda que necesita tocar temas nuevos y que no está cómoda tocando sus clásicos, eso nos mantiene vivos, si fuéramos una banda que no sacara nuevo material y que estuviera tocando temas que tienen 15 o 20 años, no creo que tendríamos ganas de salir a tocar”.