La vida es como el motor de un carro: si las piezas no están bien ensambladas, es difícil llegar a algún lado. De eso entiende bien Vicente Torres, un inmigrante que desde hace 25 años es una referencia para cualquier mexicano que tenga problemas con su auto en Chicago.Las piezas en la vida de Vicente parecieron ensamblarse desde hace mucho tiempo, cuando de niño, en la década de los sesenta, jugaba en un taller mecánico de su barrio, en la Ciudad de México. Entre piezas de motores, aceite y herramientas ya sentía desde pequeño que ahí estaba su lugar en el mundo.Estudió electrónica industrial, pero su pasión es la mecánica automotriz, así que fue fácil combinar conocimientos y abrirse camino. Tomando en cuenta que la mayoría de los modelos de carros están computarizados, sus conocimientos y constante capacitaciones le permitieron crecer rápido. Aún hoy Vicente es de los pocos mecánicos latinos con formación técnica universitaria, que aún con sus más de 30 años de experiencia, participa en anualmente en al menos dos o tres seminarios y cursos con expertos de la industria. La tecnología sigue cambiando y él sabe que tiene que estar a la vanguardia. Porque no se trata exclusivamente de entender cómo funciona el motor o el sistema eléctrico de un auto, sino también de aprender sobre cada actualización de equipos y herramientas que necesita un taller, para poder ofrecer un mejor servicio a sus clientes.Gracias al invaluable apoyo de su esposa Yolanda (originaria de Mezquitic, Jalisco, a quien conoció en Chicago), siete años después de trabajar para otros, Vicente Torres cumplió el sueño de abrir su propio negocio. Desde enero de 1996, Tecnicentro Automotriz Inc ofrece a la comunidad mexicana un trabajo honesto y de calidad, comprometiéndose por escrito con cada cliente a darle lo que promete. De esa manera ha logrado competir con la mayoría de las grandes agencias de carros. En todos estos años, siempre ubicado en su taller en el 3017 de la calle 26, Vicente aprendió que la clave de un taller exitoso es tener personal calificado, el equipo adecuado y ofrecer las mejores garantías del servicio.Su familia es parte esencial del negocio. Yolanda es quien atiende a los clientes y lleva el manejo administrativo. Su hija Inan se encarga de todo lo relacionado a las nuevas tecnologías, manejo de redes sociales y mercadotecnia. Y su hijo Edgar, que ya terminó la Universidad, sigue capacitándose para convertirse en un experto como su padre. Será él quien continúe el negocio. Facilidad en la toma de decisiones, ahorro en los costos, especialización de recursos humanos, y una comunicación más efectiva. Eso es lo que aprendió Vicente que una empresa familiar eficiente debe tener para competir con empresas más grandes.La leyenda cuenta que un migrante que tenía varios días extraviado en el desierto entre México y Estados Unidos se encontró de pronto con un joven alto, de piel blanca y ojos claros quien le ofreció agua, ayudó a encontrar el camino y hasta le prestó unos dólares. Cuando preguntó cómo podría pagar el dinero, el desconocido le pidió que lo buscara en Santa Ana de Guadalupe, en Jalisco. Años después el joven viajó a México para saldar su deuda, pero cuando llegó al pueblo descubrió que su salvador había sido sacerdote, fue asesinado en 1928 y su imagen era venerada en la capilla del pueblo.El nombre de aquel desconocido es Toribio Romo González, asesinado durante la Guerra Cristera que ocurrió entre 1928 y 1931, cuando el Gobierno mexicano prohibió el culto religioso en el país. Toribio fue canonizado en 2000 por el Papa Juan Pablo II.Vicente Torres y su esposa Yolanda son devotos de Santo Toribio Romo, el llamado “Santo de los Migrantes” y participan anualmente de la peregrinación en su homenaje que año a año se hace por la calle 26 del barrio de La Villita.Esa necesidad de combinar la ayuda solidaria y el seguir constantemente aprendiendo llevaron a Vicente Torres a fundar, hace 10 años “Together We Grow” (TWG, sigla de la expresión en inglés que significa Juntos Crecemos), que es la primera organización empresarial de Illinois que reúne exclusivamente a los dueños de talleres mecánicos latinos. Su idea fue tan simple como efectiva: crear una red en que todos los dueños de talleres se beneficiaran de compartir conocimiento y también aprendieran a crecer su negocio, más allá de los asuntos técnicos relacionados con la mecánica. TWG es la única asociación de mecánicos latinos que ha firmado convenios con instituciones académicas, como la Universidad de Illinois en Chicago, que también los ayuda a entender de administración de negocios.El mercado lanza cada año modelos autos cada vez más sofisticados. La organización entiende que deben dejarse los egos de lado y buscan mezclar la experiencia de los más veteranos con el conocimiento de jóvenes técnicos actualizados en nuevas tecnologías. “Esa es la única manera de que los clientes no terminen en un concesionario y sigan yendo con su mecánico de confianza”, dice Vicente.Los socios de TWG, por iniciativa de Vicente, tienen desde hace años un código de ética. Porque, como él mismo dice, la honestidad es la pieza más valiosa del negocio.PARA SABERREPRESENTANTE DESTACADOLa familia de Yolanda, esposa de Vicente Torres, ha sido la conexión del empresario nacido en Ciudad de México con la comunidad jalisciense en Chicago.De hecho, Torres fue vicepresidente de la Federación de Clubes Jaliscienses del Medio Oeste y presidente del Club de Originarios de Mezquitic (el municipio de donde es originaria su esposa). El mecánico siempre se preocupó por vigilar que se cumplieran las obras comprometidas a través del “programa 3x1” (que adopta ese nombre debido a que, por cada peso que aportaba una organización de migrantes, otro adicional lo aportaba cada uno de los gobiernos municipal, estatal y federal a través de Sedesol).Su trabajo le valió el reconocimiento del exgobernador Aristóteles Sandoval, que lo visitó en su taller en Chicago durante una gira de trabajo que hizo por esta ciudad en mayo de 2016.