En el último lustro las exportaciones alimentarias de México hacia China han crecido 15.6% en promedio cada año, pero ese ritmo podría duplicarse este o el próximo año, pues se prevé que el país asiático dé el visto bueno para la entrada de más productos mexicanos, afirmó Víctor Villalobos, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).El aval a la exportación mexicana de estos productos animales se sumaría al del sorgo, pues se trata de una de las materias primas básicas para la destilación del aguardiente más popular en el país asiático.“Hemos crecido 15.6% cada año en los últimos cinco años (en exportaciones a China). Al doblar ese porcentaje nuestra participación en el mercado chino seguiría siendo pequeña, pero crecer a ese ritmo podría ser una de nuestras metas y si se logra esa apertura (del mercado de vísceras), el 15% adicional en términos de crecimiento se puede lograr”, explica en entrevista el titular de Sader, que atiende al único sector de la economía mexicana –el primario– que creció el año pasado.Hablar del potencial del campo mexicano en la conquista de los paladares asiáticos es algo que entusiasma a Víctor Villalobos y no es para menos, pues se trata del mayor mercado alimentario del mundo, empezando por China y sus mil 400 millones de consumidores que cada año compran alimentos del exterior con un valor de unos 151 mil millones de dólares, de los cuales cual México se agencia apenas 0.4%, por lo que el potencial de crecimiento es superlativo. Si bien esa tajada del mercado suena a poco, en términos de las exportaciones alimentarias mexicanas ha ido ganando notoriedad. El año pasado, México envió productos a China por 624 millones de dólares e importó alimentos de ese origen por otros 555 millones, por lo que obtuvo un superávit por segundo año consecutivo, situación inédita.Además, en el 2016 las exportaciones alimentarias mexicanas a China pesaron 0.5% de las exportaciones alimentarias totales, mientras que en el 2020 esa proporción creció a 1.6 por ciento.Esta participación se ha conseguido con el tesón del gobierno y productores, pues a diferencia de otros países latinoamericanos como Perú, Colombia o Chile, México no tiene un acuerdo comercial con China, por lo que su acceso a ese mercado ha sido a punta de negociar producto por producto.“No contamos con TLC y nuestras negociaciones están supeditadas a esos arreglos caso por caso, pero en función del prestigio que tienen nuestros productos. Hoy las relaciones con China son inmejorables y ha crecido la cooperación técnico-científica”, explicó Villalobos.Detrás de la aprobación para exportar cada producto está el trabajo del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), que ha sido clave para que “el mercado chino haya aprendido a valorar la calidad e inocuidad de nuestros productos”.Gracias a ese reconocimiento, México ha conseguido abrir mercados como el del aguacate (2005) la carne de cerdo (2008), las frutillas (2014), la harina de maíz (2015) o el sorgo (2020) y este año, adelantó Villalobos, es muy probable que se consiga el acceso a la venta de las ya referidas vísceras.El titular de la Sader reconoció también la labor de promoción de los productores aglutinados en el Consejo Nacional Agropecuarios (CNA). Admitió que debido a la austeridad de este gobierno no ha sido posible ya apoyar esta labor contribuyendo con gastos para la asistencia a ferias internacionales, pero enfatizó que la mayor aportación del gobierno es con los bienes públicos que provee con los servicios del Senasica o el Inifap, instancias para las que la Sader destina presupuestos.