México vive hoy una situación singular. La economía se encuentra en un virtual estancamiento en este año. Pero, a diferencia de otros momentos de nuestra historia, no estamos en una crisis financiera. Tenemos una inflación baja y un tipo de cambio que, aunque a veces se mueve, como ocurrió la semana pasada, se encuentra relativamente estable.¿Qué es lo que hace peculiar esta circunstancia? ¿Cuánto puede durar? ¿Hay la amenaza de una crisis financiera? ¿Hay posibilidades de que el gobierno emprenda acciones para hacer crecer la economía? ¿Cuáles son las oportunidades y riesgos para las empresas y las familias?En una serie de cinco artículos, en exclusiva para EL INFORMADOR, revisaremos estas circunstancias para ofrecer a los lectores la información más clara y útil que permita entender los hechos y tomar las mejores decisiones en este entorno.Hasta finales del 2018, la economía mexicana mantuvo un crecimiento modesto, pero crecimiento al fin. El Producto Interno Bruto (PIB), la medida más aceptada para medir la economía, tuvo un crecimiento promedio de 2.6 por ciento en el segundo semestre de 2018 y en contraste, en el primer semestre de 2019, apenas fue de 0.2 por ciento. En particular en el segundo trimestre fue casi cero.Hay dos motivos principales del estancamiento. El primero es el freno del gasto público y el segundo es la caída de la inversión, en particular, el desplome de la construcción.De acuerdo con los datos de la Secretaría de Hacienda, en el primer semestre del año, el gasto del sector público cayó en 5.6 por ciento. Esto significa que el gobierno gastó 32 mil millones de pesos menos que en 2018.La inversión total, pública y privada, retrocedió en -3.2 por ciento en promedio en el mismo lapso.El gobierno federal tomó la decisión de aplicar una política de austeridad que recortó su gasto, pero además, cambió los procedimientos para ejercerlo, lo que hizo mucho más lento tanto el pago a proveedores como la ejecución de la obra pública.Los inversionistas privados observaron con desconfianza las primeras medidas del gobierno y detuvieron inversiones a la espera de que se aclararan las reglas del juego.Estos factores detuvieron la marcha de la economía.La otra cara de la moneda es la estabilidad de precios y del tipo de cambio.Hasta la primera quincena del mes de agosto, el Índice Nacional de Precios al Consumidor había crecido en solo en 3.3 por ciento anual y de esta alza, solo el 0.6 por ciento ocurrió en este año.Una de las razones es por el propio estancamiento de la economía. Hay una baja demanda de múltiples productos que hace que sus precios no puedan subir. El otro factor que ha pesado de modo importante es la decisión del gobierno de mantener sin alzas los precios de las gasolinas y otros energéticos. Por ejemplo, el precio promedio de la gasolina tipo Magna a nivel nacional, solo se incrementó en 0.5 por ciento en los primeros siete meses de 2019.El gobierno ha dejado de obtener recursos al mantener precios estables y para compensar, ha aplicado fuertes recortes del gasto público, que a su vez han propiciado una menor actividad económica. Así se ha creado un círculo vicioso.Esta situación podría mantenerse por un periodo de muchos meses aún si el gasto público se mantiene reducido y si la inversión privada no se reactiva.El próximo domingo, la Secretaría de Hacienda enviará al Congreso el Paquete Económico de 2020, en el que se podrá observar si esta política se mantiene para el próximo año o si existen señales de que pueda empezar a moverse la economía.Continuaremos mañana con este análisis.PULSA AQUÍ para consultar el resto de las colaboraciones exclusivas de Enrique Quintana para EL INFORMADOR: