Una carrera de obstáculos. Así es como el oncólogo Benito Sánchez Llamas define a la medicina, a la cual ha dedicado tres décadas de su vida. Actualmente, practica su profesión en el Núcleo de Especialidades Oncológicas (NEO), del cual es director y fundador.El doctor Sánchez Llamas comparte que siempre le ha gustado trabajar con la gente. Aunque es el único de su familia que se inclinó por la medicina, todos tienen, hasta cierto punto, la vena altruista. Por lo tanto, él tenía claro que o entraba como misionero para ayudar a otras personas o se convertía en médico, y optó por lo segundo. “Mi papá y mamá fueron personas muy altruistas; es una forma de ser agradecido. El hecho de poder compartir y ser generoso es una forma de agradecer lo que la vida me ha dado”.Su camino lo llevó a estudiar Medicina en la Universidad de Guadalajara, la especialidad de Medicina Interna en el Hospital General de Occidente y Oncología Médica en el Instituto Nacional de Cancerología en la Ciudad de México. Pero su inquietud por aprender lo llevó más allá: en el Hospital Universitario La Paz, en Madrid, España, estudió un posgrado de cáncer de mama y de colon. Actualmente, es miembro de la American Society of Clinical Oncology, de la Sociedad Mexicana de Oncología y de la Sociedad de Oncología Médica.Para NEO y su director, el mejor cuidado ocurre entre un ser humano y otro, es por ello que tanto él como su equipo saben que no hay día fácil, en cada uno hay un desafío, y la vida de sus pacientes está en juego. Por ello, no se acostumbra ni a los buenos ni a los malos momentos. “La profesión del médico es muy desgastante, pero también muy gratificante. La pasión que logras transmitir puede hacer la diferencia. Cuando uno ama lo que hace nunca es un trabajo. La carrera de medicina en general es de resistencia. La residencia de medicina interna es muy pesada; luego te vas a hacer la especialidad y se vuelve un lugar muy hostil, muy jerárquico. Los primeros años son terriblemente agresivos y eso va forjando tu carácter”.Ser médico y líder de un núcleo especializado lo acerca a la gente, a los casos propios y de sus colegas, por lo que sabe lo que es la responsabilidad. Pese a tener una empresa, el humanismo que implica la medicina es algo que, lejos de lo que se piensa, no le permite ser frío. “Yo creo que el médico que tiene muy clara su vocación y se apasiona por lo que hace tiene sentimientos vulnerados. Hay casos específicos con los que tienes particular empatía. Me sucede con los pacientes muy jóvenes que finalmente no tienen un desenlace favorable, te hacen sufrir, el corazón ‘se apachurra’, pero también hay casos muy exitosos en los que logramos ayudar a la gente y te permite lograr el balance. Sigo teniendo esta gran sensibilidad y te derrumbas ante una falla terapéutica, pero hay que ser muy humilde y tener claro que no eres tú el que decide, que pones tu conocimiento y tus habilidades, pero seguramente hay otros factores. Para los creyentes, son las fuerzas supremas las que permiten que el caminar sea distinto”.La pandemia, sobre todo en su profesión, le enseñó al doctor Sánchez que nada estaba escrito en piedra. Se tuvieron que modificar muchas cosas; en su caso, con una clínica de pacientes con necesidades especiales, no podía darse el lujo de arriesgarlos ni a su personal. “No cerramos ni un día por la necesidad imperante de atender a los pacientes, pero tuvimos que reestructurar la manera de hacerlo. Evitamos que los pacientes coincidieran, que no hubiera aglomeraciones, la sanitización, pero la parte que más afectó fue la telemedicina. La consulta virtual. Particularmente no me encanta, es fundamental ver, observar y palpar al paciente, pero en muchos sentidos nos ha venido a facilitar procesos, sobre todo con urgencias, segundas opiniones. Las conferencias virtuales llegaron para quedarse en el concepto de academia continua”.Es por ello que el humanismo y la ciencia viven en equilibrio, como él mismo, que elige la meditación, la lectura y la actividad física para tener la energía suficiente y poder dar lo mejor de sí mismo cada día. Por ello, concluye recordando las palabras de Albert Einstein, quien decía que: “‘La fuerza sin amor es energía gastada en vano’. En la medicina, más que en ningún otro lugar, los esfuerzos deben ir acompañados de una gran pasión y un gran amor por la profesión”, y en esta carrera, cada día supera un obstáculo, porque en esta vida, todos conocimos o conoceremos a un paciente con cáncer. Así como el trabajo altruista se fomenta en la familia, el doctor Sánchez comparte que también la cultura del ahorro. Y más allá de pensar en garantizar el retiro, se debe pensar en el presente porque, al menos en su profesión, ha visto lo difícil que a veces es sortear los desafíos de la salud. “Debemos fomentar en los niños la cultura financiera. Lo que vemos que en la vida real es una enfermedad catastrófica, como el cáncer, también pega en el bolsillo, y cuando no tenemos estrategias de ahorro que nos permitan afrontar estos retos se vuelve un verdadero martirio. Debemos enseñar a los niños sobre estrategias financieras y que el ahorro inicie desde la infancia, no cuando vayas a jubilarte”. CT