Martes, 08 de Octubre 2024

Emprender y diversificarse

El espíritu emprendedor no es para cualquiera, es un desafío constante para salir de la zona de confort y captar las oportunidades del entorno

Por: Gabriela Aguilar

El empresario Martín Arturo Bojórquez apuesta por el esfuerzo, la capacitación y la entrega. EL INFORMADOR/ A. Navarro

El empresario Martín Arturo Bojórquez apuesta por el esfuerzo, la capacitación y la entrega. EL INFORMADOR/ A. Navarro

Emprender es un talento que no cualquiera tiene. Hay quien desarrolla la empresa que deseó toda su vida y quien lleva a otro nivel aquella en la que creció; sin embargo, hay para quienes emprender significa desarrollar otras empresas, como es el caso de Martín Arturo Bojórquez, quien equilibra su vida como empresario entre un despacho de seguros, un despacho de desarrollo de franquicias, una comercializadora de productos a granel, una comercializadora de insumos para hospital, el club deportivo Urban Pádel y Kyma, una clínica de rehabilitación. ¿Cómo lo hace? Diversificando.

Para Martín Arturo, captar las oportunidades de negocio lo es todo, porque reconoce que para ello hay que tener habilidades que no todos poseen, pero una vez identificadas hay que saber “cambiar de piel”, como él mismo define a la capacidad de diversificarse. “He estado atento a oportunidades que se me van presentando en el entorno, creo que he sabido migrar y cambiar rápidamente cuando hay una oportunidad de negocio”. Aunque algunas empresas fueron temporales, todas implicaron esfuerzo, capacitación, entrega y, por supuesto, un riesgo. Gran parte de su gratificación es consolidarlas para luego delegarle la dirección a otras personas, y mientras la empresa continúa él puede participar como consejero para buscar nuevas oportunidades.

Para Arturo, emprender es una actividad orgánica, su padre era comerciante y su madre tenía una fábrica de productos sonorenses, así que sabe perfectamente de lo que se trata cuidar un negocio y trabajar desde pequeño junto a sus 13 hermanos. “Mis padres siempre tuvieron la ilusión de darnos estudios y educación; nos inculcaron el trabajo desde niños. Cuando eres joven no te gusta tanto, pero después lo aprecias mucho”.

La historia personal no siempre define el camino, depende de cada quien captar las oportunidades. “Hay gente que nació para ser empresaria, otras para tener puestos ejecutivos y cada quien tiene sus habilidades. Algunos fuimos empresarios, otros no; a algunos les va mejor que a otros. Nunca me fue mal, pero siempre tuve la espinita de buscar nuevas oportunidades, emprender negocios. Cuando yo veo que una empresa puede andar sola, que ya hice mi trabajo, busco una nueva oportunidad”.


Arriesgar y aprender

Quien decide emprender sabe que hay un riesgo en juego: el dinero, el tiempo, la estabilidad, pero también sabe que la recompensa puede ser justo la que espera o incluso superar sus expectativas. Todo depende de las decisiones que se tomen. “No conozco a nadie que sea exitoso como empresario y diga ‘yo nunca tuve tropiezos, siempre tomé buenas decisiones, nunca tuve una mala experiencia o caída’. Yo pienso que las caídas son las que nos enseñan a levantarnos. Ser un emprendedor es arriesgarlo todo. Salir de tu zona de confort y empezar desde cero, saber migrar, cambiar de piel”.

Arturo ahora tiene la oportunidad de desarrollar varias empresas de manera simultánea, pero hay una que ha mantenido consigo desde hace cuatro décadas: el despacho de seguros. Sus años de experiencia le han enseñado que la oportunidad de emprender no siempre llega de la mano de la formación profesional que eliges, pero todo sucede para algo. “Pienso que lo que estudias te sirve para adquirir las herramientas de conocimiento, pero no debe marcar la línea en tu vida. Un gran porcentaje de empresarios que conozco no se dedican a la profesión que eligieron en la carrera universitaria, sino que lograron captar las oportunidades de desarrollo en el entorno y migrar. Algunas son temporales, algunas duran para toda la vida”.

Cuando se decide emprender un proyecto, cualquiera que sea, implica un riesgo. Se presenta cuando se lanza un nuevo producto, cuando se contrata a un nuevo elemento en la empresa, cuando se hace una nueva inversión. De lo que se trata es medir el riesgo. “Hay que estar atento a las variables. Hay que ir mejorando, proponerte mejor control y saber delegar cuando ves que las personas pueden con la responsabilidad, porque si no vas llenándote de miles de actividades que no son tan importantes y se va perdiendo el talento”.


El secreto de la permanencia

Arturo reconoce que no todas las empresas tienen la misma curva de crecimiento ni la misma permanencia. A diferencia de su elección de diversificarse, hay empresas que pueden crecer y mantenerse; sin embargo, se debe tener en cuenta que hay que adaptarse a los cambios. “Hay un momento en las empresas en que llegan a un límite y se van reduciendo. Otras veces los dueños de esas empresas van desarrollando nuevas empresas que se vuelven proveedoras de su empresa principal”, y es una manera de diversificarse y mantenerse en la misma empresa al mismo tiempo.

Lo importante es no perder la inquietud por crecer, así sea en tu misma empresa. “Dedica toda tu energía a la empresa que estás desarrollando y cuando sientas que llegas a un límite, piensa en otra cosa. Busca dónde puedes tener nuevas oportunidades mejores que las que estás teniendo en tu empresa”. Porque para él “cambiar de piel’ es un talento que lo ha llevado a mantenerse vigente en cada proyecto que emprende.

CT

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