"Esta situación permeó en todas las industrias, no hubo alguno que se escapara”, afirma Margarita Darlene Rojas Olvera, coordinadora general de Registro de Contratos Colectivos del Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) sobre los contratos de protección, una mala práctica que creció por varias décadas en México y que le negó la oportunidad a los trabajadores de negociar sus propias condiciones laborales.Los malos manejos sindicales y empresariales como los contratos de protección fueron parte del detonador de una reacción en cadena: los compromisos que asumió México en el marco de la negociación del T-MEC que alimentaron en gran medida la reforma laboral de 2019.Alfonso Bouzas, coordinador del Observatorio Ciudadano de la Reforma Laboral, asegura que estas estrategias son parte de la historia del sindicalismo en México y datan desde mediados del siglo pasado.“Nos preguntábamos cómo era posible que en México hubiera tantos sindicatos y federaciones tan fuertes y los trabajadores estaban tan mal. La primera conclusión a la que llegamos es que los contratos eran elaborados en despachos empresariales y aceptados por las direcciones sindicales. Por eso varios académicos los denominamos sindicatos y contratos de protección”, explica.La existencia de un contrato de protección le impedía a los trabajadores negociar mejores condiciones de trabajo, pues en la realidad son actos de simulación sindical.De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de los más de 31 millones de trabajadores subordinados, sólo 15% está afiliado a un sindicato. El universo es pequeño y no todos los que pertenecen a un órgano gremial tienen mejores condiciones laborales.Los especialistas coinciden en que los contratos de protección fueron una respuesta del sector empresarial a las extorsiones de algunos líderes sindicales, para evitar que otra organización emplazara a huelga como mecanismo de presión.Competencia deslealBen Davis, director de Asuntos Internacionales de la United Steelworkers de Estados Unidos, considera que los contratos de protección han sido un problema estructural contra el sindicalismo democrático y los salarios, aunque no son sólo responsabilidad de los sindicatos, también de las empresas y las autoridades que los permitieron.“Era una práctica desleal como sistema porque cualquier violación de las normas laborales internacionales se puede ver en ese sentido. Eso no quiere decir que en Estados Unidos no hay competencia desleal, porque nosotros tenemos muchas violaciones de las normas, lo vimos últimamente en el intento de los trabajadores de Amazon para organizarse. Pero en México el mecanismo de contratos de protección era un factor importante”, afirma.Este sistema hacía que México fuese un país atractivo para invertir por la “paz laboral”, puntualiza, donde los propios gobernantes les conseguían a las empresas los sindicatos para firmar un contrato, incluso antes de tener una planta.