No han sido muchas las participaciones de México, como delegación, en unos Juegos Olímpicos de Invierno, esto por obvias razones, es un país cálido. La primera ocasión fue en Sankt-Moritz, Suiza en 1928, la segunda fue hasta Sarajevo, Bosnia-Herzegovina, Yugoslavia en 1984 y la que nos atañe, Calgary en 1988, en donde se marcó un antes y un después en el deporte de invierno en nuestro país.En aquella ocasión 12 deportistas representaron a México. Ninguno consiguió medalla. En bobsleigh participaron cuatro de los hermanos Tames, algo que nunca ha ocurrido en otros Juegos Olímpicos, ya sean de invierno o de verano. Roberto Tamés Perea, nacido el 21 de agosto de 1964 en Guadalajara, Jalisco, fue cabeza de aquel proyecto en tierras canadienses en febrero de 1988.“Llegar a competir en unos Juegos Olímpicos, para cualquier atleta, es un sueño realizado, claro que todos quisiéramos traer medallas, pero es muy difícil, no tenemos el clima para hacerlo, el costo del entrenamiento para nosotros es muy elevado y la falta de apoyo por parte de las autoridades para estos deportes, para Olímpicos de Invierno no hay. Entonces cada atleta que llega a este nivel, lo hace por esfuerzo propio, que es un gran logro”, dijo Tamés Perea.Recalcó que una de las dificultades de cualquier atleta que quiera participar en este tipo de justas invernales, “tiene que entrenar fuera del país, eso es muy costoso, por cómo está el dólar. Para mí fue muy difícil el llegar a Juegos Olímpicos, fue un esfuerzo muy grande por parte de mi padre, nos dio todo su apoyo, yo puse todo mi dinero para competir, al final de cuentas los atletas se rigen mediante patrocinios”, apuntó.Roberto Tamés participó en tres Juegos Olímpicos, en Calgary 1988, Albertville en 1992 y en Salt Lake City en 2002, siempre al lado de sus hermanos, así como de Roberto Lauderdale.“Conmigo estaban mis hermanos, José Eduardo, Jorge Antonio, Luis Adrián y yo, y después para Albertville conseguimos a ocho atletas y para Salt Lake City estábamos Roberto Lauderdale y un servidor”.