El equipo más dominante en la historia del futbol mundial tomó como suyo el Estadio Jalisco, e invadió Guadalajara con su magia y colorido.El Mundial de 1970 marcó el inicio del romance entre el Scratch du Ouro y la Perla de Occidente. Fue amor a primera vista, un flechazo instantáneo y la historia más importante del máximo evento futbolístico en aquél año.Tras la designación de Guadalajara como sub sede de la Copa del Mundo de 1970, incluso como la más importante después de la Ciudad de México y el Estadio Azteca, el comité organizador decidió mandar a Brasil a la capital del Estado de Jalisco.La capital se quedó con la Selección mexicana y a nuestra ciudad llegó un equipo que conservaba jugadores campeones del mundo en 1958 y 1962, pero que habían sido echados a patadas del Mundial de Inglaterra 1966.Así, Brasil venía por una revancha y el Estadio Jalisco era la sede ideal para conseguirlo: un coso que en aquel momento era de los más modernos del mundo, pero sobre todo, y ante su sorpresa, una afición que se le entregó sin condiciones.Guadalajara se pintó de verde y amarillo en 1970. Y Brasil correspondió a ese amor con la magia de su futbol. EL INFORMADOR fungió, en sus páginas, como testigo de honor.Este artículo forma parte de la edición conmemorativa de los 100 Años de EL INFORMADOR. El resto de los contenidos especiales están disponibles en ESTE ESPACIO y también puedes consultar la versión hojeable digital PULSA AQUÍ.