En un día inmejorable La Minerva se vistió de verde. Hay incredulidad y asombro, pero sobre todo sonrisas y felicidad por el triunfo de México sobre Alemania, ni más ni menos que el campeón del mundo.Son alrededor de 10 mil 750 kilómetros de distancia entre Guadalajara y Moscú, pero hoy, gracias al futbol y como diría Alejandro Sanz, “no hay distancia que esté lejos”. Por eso se salta, se grita y se festeja por el resultado de un partido jugado a más de 17 horas de vuelo.La Vía Recreactiva se ha convertido en un río que desemboca a los pies de La Minerva, se ha vuelto un sendero que marca el camino hacia un punto donde miles de eufóricos se abrazan sin necesidad de conocerse.Es el Día del Padre, pero el regalo es para todos. Es una fiesta generalizada en dónde se festeja lo hecho por un equipo que llegó deprimido hasta la Copa del Mundo, pero que ha sabido reponerse y callar las críticas de quienes esperaban verlo derrotado.Y quizá sea eso lo que pase en La Minerva, quizá los gritos, las matracas, las máscaras de luchador, los vendedores ambulantes y hasta las caras pintadas sean sólo la manifestación del triunfo de la esperanza.Se escucha de todo a las faldas del monumento. Hay quienes se limitan a un sobrio “Viva México”, pero hay otros que no se cansan de preguntar el paradero de los alemanes que les iban a ganar: “¿En dónde están, en dónde están?”, se escucha a una sola voz.Son tiempos complicados en el país, se dan a cuentagotas los espacios para sentirse orgullosos de este lugar donde nacimos, pero por lo menos hoy nos une un triunfo que parecía imposible y que se vio materializado. Quizá nos pase como lo dijo Octavio Paz, y entonces más que el brillo de la victoria, nos estaría conmoviendo nuestra entereza ante la adversidad.GC