José de Jesús Dávila, “Chuy”, dedica cerca de seis horas diarias, los siete días de la semana, a alimentar y cuidar cerca de 600 cabezas de ganado. Desde que inicia su jornada recorre más de mil hectáreas de terreno para supervisar a los toros que se encuentran en la ganadería. Cada nacimiento, el peso de los toros y las vacas son anotados minuciosamente en un cuaderno que carga en el bolsillo de su camisa para asegurarse de llevar un registro preciso de cada uno de los animales. Esta ha sido su vida durante 14 años. “Todos los días llegamos, llamamos a las vacas y a los toros y llegan todos. Entonces ahí nos damos cuenta si falta alguna y si es así, nos metemos a buscarla. Así sabemos si se cayó o está enferma o le pasó algo. Vamos cada uno por un lado distinto y vamos con precaución porque, si está enferma te puede embestir”. “Chuy” se sabe de memoria cuántas vacas hay en cada uno de los potreros en donde se encuentran. Con él trabajan otras 30 personas que se dedican a mantener y cuidar a los toros de lidia que son criados con la intención de llegar a las plazas de toros, además de las vacas que son vitales para continúe la especie, sin embargo, su trabajo y de las otras decenas de personas, podría terminarse, debido a la prohibición de las corridas de toros en Guadalajara.Es por eso que el empresario y ganadero, Pablo Moreno, abrió las puertas de su ganadería para permitir que más personas sepan lo que es verdaderamente la vida de esta especie; una más digna que aquel ganado que está destinado al rastro y que está rodeada de naturaleza, espacio y cuidados.“En realidad esto no es una ganadería, es una ‘perdedería’”, dice Moreno, pues los ingresos que obtienen por la venta de los especies apenas alcanzan a cubrir los gastos que genera cada uno, ya que cuidarlos desde su nacimiento hasta la venta para plazas de toros tiene un costo promedio de 60 mil pesos, pero para Pablo este es un estilo de vida, no un negocio. A él y a las familias que dependen de esto para subsistir les apasiona el cuidar a una animal tan noble como este. “Es un gusto para nosotros estar aquí, te gusta la ganadería y lo haces, nosotros intentamos que la ganadería no pierda dinero, pero somos privilegiados en ese sentido, hay muchas ganaderías que pierden mucho dinero”. Pablo explica que, si se terminaran las corridas, el toro de lidia, la especie de este animal, no tendría razón de existir:“¿Para qué lo criarías? No habría motivo para tener 400 vacas vientres, porque todos esos animalitos que van naciendo qué les haces, a dónde te los llevas. Son modas antitaurinas, unas con más fuerza y otras con menos”. El ganadero agrega que no se trata de pelear con la gente, se trata de respetar, pero de dar a conocer todo lo que representa la Fiesta Brava en cuestión de empleos y para la economía del país:“Eso es lo que hay que tratar de transmitirle a la gente, pero no con pleito, no con agresiones, no con violencia. Con datos y con convencimiento. Si aquí viene alguien y no se da cuenta de cómo viven, en cambio de cómo matan a los animales de engorda en el rastro”.En la ganadería de Pablo Moreno, las más de 600 cabezas de ganado disfrutan de su vida en un terreno de más de mil hectáreas y por eso espera que la gente sepa la realidad completa y no únicamente lo que se ve en las plazas. Moreno pide a la gente que disfruta de las corridas de toros que defiendan las tradiciones de las personas que buscan prohibir una fiesta que es fuente de trabajo y sustento de miles de personas, y es que según el último dato oficial, dado a conocer en el 2022, la tauromaquia genera una derrama económica anual, a nivel nacional, de seis mil 900 millones de pesos, así como 80 mil empleos directos y 146 mil indirectos.