El clásico tapatío es mucho más que un simple partido de futbol; es un enfrentamiento cargado de historia, pasión y rivalidad entre dos de los equipos más emblemáticos de México: las Chivas del Guadalajara y los Rojinegros del Atlas. Este choque trasciende las fronteras del campo de juego para convertirse en un evento que une y divide a toda una ciudad.Los enfrentamientos entre Chivas y Atlas no solo representan una batalla por los tres puntos en la tabla de posiciones, sino que también simbolizan la lucha por el orgullo y el honor de Guadalajara. En el mundo del futbol, la pasión y el legado familiar son elementos que trascienden generaciones, y pocas historias lo ejemplifican tan claramente como la de Javier "Chicharito" Hernández. El delantero, no solo tiene una conexión con Chivas, sino que también con el equipo de los Zorros. La conexión de Chicharito con las Chivas es ampliamente conocida, ya que su abuelo, Tomás Balcázar, fue una leyenda del club rojiblanco. Sin embargo, pocos conocen la otra faceta de la relación de Chicharito con el futbol tapatío.Durante los años 1991 a 1994, Javier Hernández (papá de "Chicharito"), conocido también como "Chícharo", jugó como mediocampista en el equipo de los Rojinegros del Atlas.A pesar de que su padre tuvo un paso con el conjunto de los Zorros, es innegable que la dinastía de la familia de Chicharito estará siempre arraigada al Rebaño.