Si bien no hubo un lleno total en casa de las Chivas, las 40,956 personas que se dieron cita para presenciar el regreso de su equipo a semifinales, hicieron vibrar las entrañas del Estadio Akron, las cuales no pararon de alentar durante los 90 minutos. Desde el recibimiento del equipo, los aficionados ondearon sus banderas como tanto se pidió durante los últimos dos días para hacer pesar el recinto rojiblanco. Prácticamente en las butacas, no se veía alguna playera rojinegra, siendo totalidad de playeras del Rebaño.Ni con la lluvia que se dejó caer durante los primeros 45 minutos, dejaron de cantar y mostrar su apoyo a los jugadores que, por momentos, parecía difícil conseguir el tanto que superara al Atlas, pues la desesperación se pudo llegar a sentir entre las personas que esperaban gritar un gol. En un pequeño lapso, la gente de Atlas se hizo escuchar, si bien era una cantidad muy pequeña en comparación de su acérrimo rival, fueron ruidosos que con gritos hacia el equipo y en específico a Quiñones y Brian “Huevo” Lozano, buscaban callar las voces del coloso. Para los primeros minutos de la segunda mitad, la intensidad en las gradas se calmó por un instante, pero con el gol de Gilberto “Tiba” Sepúlveda, las graderías del estadio Akron se incendiaron, explotando en una euforia que era conocedora que con ese tanto las posibilidades de pasar a las semifinales eran muy amplias. A partir de ese momento, ninguna voz rojinegra se volvió a oír en las gradas, la fiesta fue plenamente para los rojiblancos que hasta el último minuto celebraron por todo lo alto que después de 3 años, verán a su equipo de vuelta a una semifinal, en esta ocasión, contra el América. Dentro de las instalaciones del estadio no se suscitó algún conato de bronca que ocupara la atención de los uniformados, solo fue necesario retirar a algunas personas que alteraron a los demás presentes, llevándose a cabo otro Clásico Tapatío sin actos de violencia. io