En Houston tuvieron que levantar el mantel y recoger las mejores viandas para celebrar.El Minute Maid Park enmudeció a base de tablazos de vuelta entera cortesía de los Nacionales de Washington, que han enviado la Serie Mundial a un séptimo y definitivo encuentro.La lluvia y el frío que sorpresivamente llegaron a la ciudad más poblada de Texas no fueron impedimento para que cuatro horas antes del primer lanzamiento ya hubiera aficionados deambulando en las cercanías del estadio e incluso haciendo fila para ingresar.No era para menos, ya que los suyos tenían la oportunidad de levantar el máximo trofeo en casa por primera ocasión. El optimismo rondaba en los pasillos de la casa de los Astros e incluso los gritos de “campeón” no se hacían esperar, pues la confianza era mucha tras haber remontado en el Clásico de Otoño.Por si le faltara algo a la fiesta, dos auténticos ídolos de la Ciudad Espacial se encargaron de tirar la primera bola.El recinto no paró de aplaudir cuando el sonido local anunció la presencia de Clyde Drexler y Hakeem Olajuwon, las figuras de los Rockets de Houston que tantas alegrías le dieron a los fanáticos houstonianos al ganar dos títulos de la NBA en las Finales de 1994 y 1995.Luego del momento emotivo llegó la hora de la verdad. Washington logró ventaja tempranera, pero como si fuera situación del destino, Houston dio la vuelta a la pizarra. Todo estaba servido para el festejo, pero las caras largas volvieron a pintarse en las tribunas.La fiesta se apagó y deberá postergarse, pues los tablazos de vuelta entera fueron los mejores amigos de los visitantes, que han demostrado tener todo para convertirse en el aguafiestas número uno de la fanaticada de los Astros al sumar su tercera victoria consecutiva en este recinto.