Ayer, a sólo dos días de que sea la patada inicial del Super Bowl, las calles de Atlanta comenzaban a llenarse. La seguridad es cada vez mayor y ejércitos de voluntarios llenan las calles de la ciudad con chamarras blancas y gorras rojas brillantes.Basta dar unos pasos para darse cuenta que el gran juego está por iniciar. El ambiente comienza a crecer, pero falta un ingrediente: los fanáticos de los Rams.Mientras que con sólo levantar la vista uno podría pensar que está en Boston por la cantidad de playeras de los Patriots que hay, encontrar a alguien que apoye a los Rams es como buscar una aguja en un pajar o más complicado que eso. Conforme pasan los días, las playeras y artículos en venta en la tienda oficial de la NFL comienzan a agotarse. Gorras, llaveros, jerseys, el número de artículos disponibles se reduce cada minuto; todos, excepto los que tienen los colores azul y amarillo que representan a los de Los Ángeles. Ésos parecieran que siguen intactos.Motivos para la ausencia hay varios. Para empezar, los Rams nunca han sido un equipo de gran convocatoria, a diferencia de sus rivales para mañana, quienes desde hace unos años arrastran aficionados por miles. Por otro lado, cabe recordar que la franquicia acaba de regresar a Los Ángeles hace apenas tres años, una ciudad que no es particularmente fanática de la NFL y en donde, además, comparten reflectores con los Chargers; por si fuera poco, cuando salieron de San Luis, Misuri, perdieron a gran parte de su base de aficionados pues terminaron molestos por la manera en que se realizó su traslado.Además, parece que el destino también tomó partido por parte de los comandados por Tom Brady, y es que la ciudad que este año alberga el Super Bowl se encuentra a sólo mil 721 kilómetros o un viaje de dos horas en avión desde Boston. Llegar a este destino desde Los Ángeles implica tres mil 756 kilómetros o cuatro horas de un aeropuerto a otro.Ésta es la oportunidad perfecta para que la franquicia logre acrecentar su afición y crear una nueva familia y una nueva leyenda. Todos los ingredientes están ahí: es la historia de David contra Golliat o, poniéndolo en términos más modernos, los de la experiencia, comandados por Belichick y Brady, contra la generación “millennial” encabezada por Jared Goff y Sean McVay.No será una batalla sencilla y menos cuando parece que los Rams estarán solos en el campo, pero no sería la primera vez que una gran revolución comienza con un ejército pequeño.