El país donde hace dos años se detectó el primer brote de coronavirus inauguró ayer unos Juegos Olímpicos de Invierno marcados por las restricciones, proyectando con orgullo su fuerza en el más global de los escenarios, a pesar de que algunos gobiernos occidentales organizaron un boicot diplomático por la forma como China trata a millones de sus ciudadanos.El presidente chino Xi Jinping declaró el inicio de los Juegos Olímpicos durante una ceremonia de apertura en que prevalecieron el tono azul claro y las imágenes invernales que fueron mostradas en el mismo estadio Nacional que fue sede de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Verano de 2008.Los deportistas chinos Zhao Jiawen y Dinigeer Yilamujiang -que nació en Xinjiang, la región del oeste de China donde los grupos defensores de derechos humanos afirman que China oprime a mucha de la población étnica uigur- se encargaron de encender el pebetero olímpico.Beijing se convirtió en la primera ciudad que ha albergado unos Juegos Olímpicos en verano y en invierno.Hace 14 años, la ceremonia de apertura de los Juegos de Verano Beijing 2008, con enormes espectáculos pirotécnicos y miles de participantes moviéndose al unísono, estableció un nuevo estándar para la extravagancia de este tipo de actos que ningún otro anfitrión ha conseguido igualar desde entonces. Fue un evento apropiado para lo que a menudo se ha calificado como la “presentación” de China.Ahora, se mire por donde se mire, China ya está asentada, y monta un nuevo espectáculo en el estadio conocido como El Nido, construido con la colaboración del artista disidente Ai Weiwei.Pero la esperanza de una China más abierta que acompañaba a aquella cita olímpica se ha disipado. Para Beijing, estos Juegos son la confirmación de su estatus de actor y potencia mundial. Pero para muchos fuera del país, especialmente en Occidente, se han convertido en la confirmación de su giro cada vez más autoritario.